
Álvaro González Zafra (Sevilla, 1971) es licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla, especialidad Empresa, y en Comunicación. Vinculado durante más de veinte años al mundo empresarial, actualmente es director general en la Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería (CAEA), organización a la que se incorporó en el año 2016, que representa a las empresas mayoristas y minoristas del sector de la distribución comercial moderna organizada de alimentación y perfumería en Andalucía, en formato supermercados de proximidad, cash & carry y canal especializado de perfumería. En la actualidad, CAEA está conformada por 26 grupos empresariales, 31.000 millones de euros de volumen de facturación a nivel nacional (9.000 en Andalucía), 8.000 establecimientos comerciales (3.500 en Andalucía), 128.000 empleados en España (42.000 en Andalucía), 4.600 franquiciados o socios, más de 2,3 millones de metros cuadrados de superficie comercial y más de 2 millones de metros cuadrados de superficie de almacén y logística.
En medio de una espiral inflacionista, ¿son las empresas de su sector las responsables de la subida de precios de los alimentos?
Una de las cosas que conlleva la situación actual es que todo el mundo está pudiendo seguir diariamente en los medios de comunicación cuáles son las causas de la inflación que lamentablemente atravesamos todos, consumidores y empresas. Estas causas de la subida de los precios son la escasez y el encarecimiento de determinadas materias primas derivada de la guerra en Ucrania, así como los exponenciales incrementos de costes que afectan fundamentalmente a elementos transversales en toda economía como el carburante y la energía.
El tema de la electricidad impacta especialmente en nuestro sector al tener conectados los equipos de refrigeración de frescos y congelados 24/7/365 para mantener la cadena de frío, de forma obligatoria porque recordemos que somos sector esencial al dedicarnos al abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad. Los costes eléctricos se han multiplicado por tres o por cuatro pasando a ocupar el segundo lugar en coste empresarial tras el laboral. Por tanto, las empresas de la distribución comercial no sólo no son las responsables de la subida de los precios, sino que están sufriendo como sector las consecuencias de la inflación, un auténtico impuesto encubierto que pagan los consumidores, pero que también sufren las empresas que igualmente deben hacer frente al pago a sus proveedores.
¿Han hecho un esfuerzo para no repercutir la subida de costes en los precios que paga el consumidor?
En la cadena alimentaria existe hoy en día máxima transparencia, y se puede comprobar cómo se produce un estrechamiento de la repercusión de los incrementos de los costes por parte de los distintos eslabones de la cadena conforme se avanza en la misma, es decir, que la distribución comercial es la que mayor absorción de costes posee para lograr que el consumidor note lo menos posible la subida de precios.
Y así lo demuestran los datos objetivos del Ministerio de Agricultura, los precios percibidos por el sector productor (agrícola y ganadero) en septiembre de este año reflejan un incremento del +42,6%, y los precios percibidos por la industria alimentaria en septiembre, fuente INE, reflejan una subida del +20,1%. Por su parte, el IPC alimentario, fuente INE, se sitúa en septiembre en el +14,4%, lo que quiere decir que la distribución comercial ha absorbido en gran medida los incrementos de los costes en el sector productor y en la industria alimentaria, es decir, que sube los precios lo menos y lo más tarde posible.
¿Cree que productores y consumidores son conscientes de los problemas a los que se enfrenta la distribución?
Creo que hace falta una labor didáctica importante por parte de todos en relación con el proceso de conformación de los precios, dado que se tiende habitualmente a culpar a la distribución comercial y, curiosamente, se hace indistintamente tanto si el precio está alto, como ocurre ahora, como si está bajo, lo que quiere decir que algo falla en el planteamiento o bien que éste es interesado. Estamos acostumbrados a que se haga una traslación simplista entre lo que vale un producto en origen y lo que cuesta en el supermercado, y se suele hacer además en tantos por ciento para que impacte más, ¡se ha multiplicado un 500%! No se puede confundir el margen bruto, diferencia entre dos precios, con el margen neto o beneficio, diferencia de restar al margen bruto los costes directos e indirectos de cada fase de la comercialización.
Permítanme que me extienda un poco más en esta explicación porque creo merece la pena. El producto hay que recogerlo del árbol, de la granja o del mar, seleccionarlo, clasificarlo, calibrarlo, limpiarlo, envasarlo (mallas, bandejas, bolsas, etc.), almacenarlo, conservarlo en frío y transportarlo a través de cada eslabón de la cadena: campo, granja o mar, comercializadoras en origen, lonjas, industria, plataformas logísticas, mayoristas, canal horeca o tienda minorista.
"En cada eslabón de la cadena hay costes directos e indirectos necesarios para que el ciudadano reciba cada día los productos que necesita"
En cada uno de esos pasos y eslabones hay costes directos e indirectos laborales de personal, de impuestos, de alquileres, de transporte y carburante, energéticos y electricidad, de insumos, de envases, de seguros, de seguridad alimentaria y trazabilidad, de calidad, etc. Todos estos costes hacen que se multiplique el precio en origen, pero es que para que los ciudadanos tengan cada mañana temprano ese producto en el súper a escasos metros de su casa alguien tiene que transportarlo de noche. Por eso no vale lo mismo una fresa en el campo en Huelva que puesta en un supermercado de Bilbao o de cualquier parte de España. Porque hay que llevarlas a todos los súper y tiendas de nuestro país y de Andalucía, pero no sólo las fresas, sino todos los productos que el consumidor necesita en su vida diaria y en una misma tienda: 6.000, 8.000 o 10.000 referencias de productos frescos y secos todos juntos a menos de 10 minutos de casa de cada consumidor todas las mañanas del año.
Esto es lo que nosotros llamamos el "milagro de la distribución", y para hacerlo posible todas y cada una de esas fases de comercialización o actores de la cadena son necesarios, si no lo fuesen el propio mercado que es muy competitivo los expulsaría, o los propios productores se organizarían para distribuir o comercializar los productos, pero se requiere especialización e infraestructura en esos pasos intermedios de la comercialización. Esta eficiencia de la cadena ha quedado demostrada durante la pandemia, siendo España uno de los países con menores rupturas de stock de Europa, y se demuestra también en el día a día y en situaciones excepcionales de nevadas (Filomena), inundaciones, volcán de La Palma, paro de transportistas, etc. haciendo posible el abastecimiento y suministro bajo cualquier circunstancia.
¿Cómo está afectando la inflación a las empresas de distribución alimentaria? ¿Puede haber cierres, despidos y recortes?
La inflación está asfixiando a las empresas del sector de la distribución comercial, que se encuentran al límite, y en algunos casos está en riesgo la propia viabilidad de la empresa. Los márgenes de nuestro sector están entre el 1 y el 3% según las cuentas de resultados de las empresas inscritas en el Registro Mercantil.
Nuestro sector de gran consumo está basado en la alta rotación de productos, es decir, vender muchos productos con márgenes muy reducidos, pero no se puede confundir el volumen de facturación con el margen empresarial: si una empresa no tiene margen suficiente quiebra, sencillamente porque no se pueden pagar las facturas de electricidad o las nóminas de los trabajadores.
En una campaña realizada la primavera pasada destacaban ustedes el milagro de la distribución: 35.000 establecimientos comerciales y 52.000 bares andaluces abastecidos diariamente a través de una compleja red logística. ¿Puede haber problemas de desabastecimiento o de merma en la calidad del servicio?
Estamos inmersos en una crisis mundial e influyen muchos factores macroeconómicos y geopolíticos que afectan indudablemente a los lineales de los supermercados, si bien en el momento de incertidumbre actual es complicado intuir cómo evolucionarán. Lo que está claro es que esta crisis provocará cambios en la oferta, como ya lo está haciendo en la demanda y en los hábitos de compra de los consumidores y, en este sentido, el aumento de la demanda de productos españoles por parte de países europeos también influye en el encarecimiento de los precios.
"Desabastecimiento no se prevé, pero sí una reorganización de los lineales. Igual el consumidor ya no encuentra tantos productos"
Desabastecimiento como tal no se prevé, si bien habrá una reorganización de los lineales e igual el consumidor ya no encuentra todos los productos que hasta ahora ha tenido a su disposición, es decir, puede haber menos variedad tendiendo a centrarse en lo básico, sobre todo productos de temporada. Algunos productos se han encarecido tanto en origen o en la industria que el distribuidor comercial se replanteará si compensa tenerlos en sus baldas, dado que no tienen margen empresarial para absorberlos y no pueden repercutir esos elevados incrementos de precios al consumidor, entre otras cosas porque éste no los comprará. Los tiempos de la súper abundancia se han terminado y nos quedan meses duros en los que tanto distribuidor como consumidor tendrán que adaptarse a las circunstancias de cada momento.
¿Cómo están cambiando con la crisis los hábitos de los consumidores?
En el contexto actual se están detectando cambios en el comportamiento del consumidor similares a los que se produjeron en la crisis de 2008 y siguientes años: un aumento de la frecuencia de compra para controlar el gasto, así como una mayor planificación y programación; una disminución del ticket medio de compra que varía en función de las enseñas y, en general, un menor volumen de compra; y una privación de caprichos que antes sí se permitían.
Han solicitado al Gobierno la reducción del IVA de los alimentos. ¿En qué argumentos basan su petición?
Entendemos que bajar el IVA de los alimentos es una medida que tendría una repercusión directa en el bolsillo del consumidor y que podría ayudar a incentivar el consumo, dado que ya se nota una caída del volumen de ventas por la crisis. En un supermercado hay muchos productos con el IVA del 21% y muchos otros con el del 10%, por lo que estimamos que hay suficiente margen para bajar el IVA, y eso sí tendría una repercusión directa de ahorro para el bolsillo de los consumidores. Ya lo hizo Alemania en 2020 de forma temporal y funcionó perfectamente.
El Estado Español ha recaudado 22.200 millones de euros más hasta julio que el mismo periodo del año anterior (2021) debido a la inflación por los impuestos del IVA (+17,8%) e IRPF (+17,4%), dado que el IVA es un impuesto inflacionista, conforme aumentan los precios el Gobierno recauda más, y en esa mayor recaudación es donde está el margen para bajar el IVA de los alimentos.
¿Consideran que se han tomado desde las administraciones las medidas necesarias para contener el alza de los precios?
Sabemos que no es fácil y que, en gran medida, se debe a la negativa coyuntura económica internacional, pero llevamos tiempo solicitando al Gobierno medidas que palien los desorbitados incrementos de precios de los carburantes y electricidad, que es lo que está provocando en gran medida la inflación. En concreto, por lo que a nuestro sector respecta, solicitamos ser considerado gran consumidor esencial de energía para poder optar a tarifas electro intensivas más favorables con las compañías eléctricas. Hemos pedido también, sin que hayamos obtenido respuesta, una moratoria en la aplicación de impuestos especiales o tasas que afectan a nuestro sector (impuesto gases fluorados, tasa sandach, futura tasa hídrica, etc.) así como aplazar la entrada en vigor de aquellos que encuentran en vías de aplicación (impuesto depósito vertedero, impuesto envases de plástico no reutilizables, cobro de envases en tienda, etc.).
Resulta fundamental en el momento actual no penalizar con mayores cargas fiscales o regulatorias a las empresas, y esto no está siendo así, más al contrario, se han incrementado algunos impuestos e incluso las bases de cotización a la Seguridad Social, lo que indudablemente repercute en la viabilidad económica de las empresas, pero también puede tener un reflejo negativo en los precios, dado que las empresas no tienen margen para absorber mayores incrementos de costes.
¿Va a sufrir más el consumidor de la España más despoblada el encarecimiento de los costes de la distribución?
Afortunadamente podemos decir que no, lo sufrirán en la misma medida que en cualquier municipio, pero no más. Tenemos la ventaja de contar con un canal mayorista muy eficiente, que lleva a cabo una labor estratégica que es una gran desconocida para la sociedad y la opinión pública en general, la centralización de las mercancías que realiza el canal mayorista permite ofrecer un suministro completo, de calidad, seguro y a precios competitivos llegando a la totalidad de la población andaluza.
Las empresas de distribución mayorista que abastecen a los pequeños supermercados realizan una función logística clave que facilita la distribución de todo tipo de alimentos –tanto secos como frescos o congelados- a cadenas de supermercados que, a menudo, se encuentran en zonas rurales. Gracias a ello, en Andalucía no existen desiertos alimentarios y todos los ciudadanos tienen a menos de 10 minutos de su casa una tienda con acceso a productos frescos, dieta mediterránea, cardiosaludable, etc.
¿Por qué las administraciones deben considerar la distribución como un sector estratégico?
Porque no somos esenciales sólo durante la pandemia o situaciones excepcionales, para permitir el aseguramiento del suministro de alimentos y productos básicos de primera necesidad y la actividad de las empresas con la flexibilidad suficiente hace falta la regulación del carácter esencial del sector, para atender a la demanda de abastecimiento en situaciones normales, durante cualquier día del año, y también excepcionales como las que hemos vivido.
Eso incluye también la regulación de una forma eficaz del ejercicio de los derechos fundamentales -paro patronal, huelga o manifestación- para hacerlos compatibles con las necesidades básicas de abastecimiento de la población y, en todo caso, estableciendo unos servicios mínimos obligatorios que permitan paliar los daños más graves que se produjeron durante el paro de transportistas.
¿Qué medidas están adoptando las empresas del sector para conseguir ser más eficientes y más sostenibles?
La eficiencia es consustancial al sector, y te la da la máxima competitividad que existe en el mismo: o eres capaz de competir con eficiencia o automáticamente eres expulsado del mercado de gran consumo. La capacidad de adaptación a los cambios es indudable y ha quedado demostrada en los últimos años bajo las circunstancias excepcionales más adversas que jamás ha vivido el sector.
Por su parte, la sostenibilidad es un concepto en el que la distribución comercial viene invirtiendo desde hace años recursos y esfuerzos en tecnologías más respetuosas con el medio ambiente, minimizando su impacto ambiental, reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero, apostando por las nuevas energías y la eficiencia energética, por la movilidad sostenible, así como por la adecuada gestión de residuos y la economía circular.
¿En qué grado están aplicando las empresas soluciones basadas el la digitación, el big data y la inteligencia artificial?
La digitalización implica transformar el modelo de negocio, personalizar el trato y las experiencias de compra en base al análisis de datos, conseguir establecimientos físicos más sofisticados que incorporen las nuevas tecnologías, modificar la manera de interactuar con unos clientes más informados y permanentemente conectados transformando la comunicación con ellos e incluyendo sus preferencias cuando compran "online", en las tiendas, vía móvil o a través de las redes sociales. Es decir, apostar por la omnicanalidad y aprovechar la multitud de oportunidades que se presentan antes, durante o después de la compra, física u on line, para interactuar con el cliente y captar sus preferencias, necesidades y deseos.
A la tecnología le vamos a exigir una mayor aportación a la productividad a través de herramientas analíticas potentes que nos permitan transformar la ingente cantidad de datos que manejamos a diario, en información ordenada, jerarquizada y útil para la toma correcta de decisiones. Para ello, el software de gestión de la distribución posee un papel importante que desempeñar. En lo referente al conocimiento del consumidor, el uso del big data nos permite ajustar con precisión el lineal a la demanda no sólo en cuanto a productos sino también en cuanto a hábitos de compra –horas punta y valle, consumos estacionales, etc.-. Se trata de una tecnología incipiente que va a cobrar mucha importancia en los próximos años.
Con los márgenes con los que se manejan, ¿hay lugar en el sector para empresas poco eficientes y que no afronten retos como la digitalización y la sostenibilidad?
Evidentemente no, competitividad, transformación digital y sostenibilidad son tres claves irrenunciables para el sector que no son una opción sino una obligación para nuestras empresas, la que no lo conciba así será expulsada del mercado. Por eso nosotros entendemos la sostenibilidad como un concepto más amplio, hablamos de la triple sostenibilidad, económica, social y medio ambiental, las tres son necesarias e imprescindibles.
¿Puede dar lugar esta evolución a la concentración hacia grandes grupos?
Afortunadamente en España y Andalucía tenemos una distribución comercial de alimentación y perfumería con gran diversidad de formatos y enseñas y una menor concentración que en otros países europeos, donde tres o cuatro enseñas copan el mercado. Tenemos que poner en valor la gran competitividad de todo el sector y la sana competencia existente, dado que las cadenas regionales, provinciales y locales son capaces de competir con los operadores nacionales e internacionales gracias a que tienen personalidad propia, gran conocimiento de sus consumidores y apuestan por productos próximos.
Al final, todo ello redunda en un beneficio para el consumidor en términos de servicio, calidad y precio. No obstante, en el contexto de máxima competitividad actual, puede darse una tendencia a la concentración, y algunas enseñas nacionales, regionales, provinciales o locales podrían ser absorbidas.
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