
Después de las medidas extraordinarias de los bancos centrales para inyectar liquidez al sistema, los expertos estiman que la deuda considerada como refugio está sobrevalorada y ya no ofrece tanta seguridad, por lo que recomiendan a los inversores mantener la cabeza fría y fijarse en otros activos que ofrezcan una ecuación rentabilidad-riesgo más atractiva.
Los bancos centrales son a donde van a morir los bonos malos". "¿Brecha fiscal? No se preocupe por las cosas pequeñas. EEUU afronta un hueco fiscal del tamaño del Gran Cañón a largo plazo". O la más reciente, de esta misma semana: "Estados Unidos es como un adicto a las metanfetaminas con su deuda". Son todas declaraciones de Bill Gross, cofundador de Pimco, el mayor tenedor de deuda pública del mundo. Casualidad o no, ha sido la gestora más elegida por los clientes de fondos para depositar sus inversiones durante agosto, según datos de Morningstar.
Con independencia de la belicosidad de las opiniones de Gross, lo cierto es que la contundente respuesta de los bancos centrales de EEUU, Europa y Japón para tratar de estimular el crecimiento ha producido un punto de inflexión a ojos de los expertos. Esta misma semana el miembro del Comité de Inversiones de Carmignac, Didier Saint-Georges, declaraba en Madrid que los métodos heterodoxos de Mario Draghi han producido "un cambio material en la forma de aproximarse al riesgo", y ulteriormente un cambio de dinámica en el momento que se active el programa OMT (algo así como Transacciones Monetarias Directas en español) de compras en el tramo corto de la curva de las deudas de los países que soliciten un rescate.
Salga del refugio
En 1893, el artista noruego Edvard Munch terminó la que sería su obra cumbre, una serie de cuatro cuadros titulados El grito, en el que se muestra a una figura andrógina que se lleva las manos a la cabeza, enmarcarda en un paisaje de tonos violentamente vivaces. Con esta obra, Munch transmite al espectador una fuerte sensación de angustia vital y desasosiego. Quizá la misma angustia que hayan experimentado los inversores que a finales de julio, cuando la crisis de la deuda soberana, volvía a alcanzar otro píco crítico, decidieron refugiarse a toda costa en los activos de deuda tradicionales para estos casos, los T-notes a diez años estadounidenses o su homólogo alemán, el bund. El rendimiento de los primeros descendió el 27 de julio a mínimos históricos del 1,3875 por ciento; los segundos registraron mínimos inéditos del 1,167 por ciento, mientras que el papel germano a más corto plazo llegó a registrar rentabilidades negativas: los inversores estaban literalmente pagando por tener deuda alemana en cartera. Las famosas palabras que pronunció el presidente del BCE el 27 de julio, afirmando que hará "todo lo posible" para garantizar la existencia del euro, han revertido la tendencia de ambas referencias soberanas: a cierre del viernes, el bund cotiza en el 1,52 por ciento, mientras que el T-Note lo hace en el 1,71 por ciento. Doble sensación de angustia para quien se dejara llevar por el pánico y comprara en los puntos de rentabilidad más bajos.
Ese trasvase de la demanda compradora ha sido hacia los países periféricos que están en el ojo del huracán. La deuda a una década del Reino de España ha pasado de cruzar el nivel de no retorno (aquel en el que el pago de los intereses de la deuda son insostenibles para el Estado) del 7 por ciento -máximos del 7,751 por ciento el 27 de julio- a cotizar por debajo del 6 por ciento. En el caso italiano, la oscilación ha sido desde el 6,597 por ciento -los máximos de la deuda italiana datan de noviembre del año pasado, en el 7,261 por ciento- hasta el 5,054 por ciento que rendía ayer al cierre de la sesión.
El antídoto para estos vaivenes vuelve a ser la diversificación. De otra manera, no se podría explicar que fondos como el Aviva Investors Long Term Europ Bd A, el BNPP L1 Bond Euro Long Term C D o el Eurizon EasyFund Bond EUR Lng Term LTE R sumen rentabilidades de doble dígito en el año (ver gráfico): la exposición a la deuda alemana de los dos primeros se encuentra en torno al 22 por ciento, mientras que en la cartera del tercero sólo pondera un 17 por ciento. La diversificación también distorsiona los fondos con posiciones en deuda española a largo plazo: el que mejor lo hace en 2012 es el AXA WF Euro 10+LT AC EUR, con un 11,47 por ciento. Calificado con cuatro estrellas Morningstar sobre cinco, España sólo pondera un 10 por ciento en su cartera. El efecto contrario es el de los productos que invierten exclusivamente en deuda estadounidense: la mejor rentabilidad, un respetable 6 por ciento, la consigue el GS US Mortgage Backed Secs IO.
"Muchos de los participantes del mercado están todavía sobreponderados en activos refugio y se están dando cuenta de que al darse el gusto se hayan perdido oportunidades" explica Cosimo Marasclulo, experto en deuda soberana europea de la firma Pionner. "Creemos que hay activos sensibles al crecimiento que todavía están baratos y que tendrán mayor potencial a medida que se normalicen las condiciones del mercado", añade. Similar opinión muestra Frank Wenzel, el director de estrategias de inversión de AXA IM: "Los bonos refugio, no sólo en EEUU, sino incluso más en la zona euro, estaban sobrevalorados debido a los temores de una ruptura de la zona euro. Dado que el riesgo se ha reducido últimamente es legítimo esperar que las rentabilidades se muevan hacia niveles que podríamos considerar más en línea con los fundamentales económicos". Wenzel y su equipo no descartan que "las rentabilidades americanas" se vayan al dos por ciento, así que agárrense para nuevas curvas.