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La universidad en España: muchos profesores y poca digitalización

  • La revolución digital ha propiciado la revalorización de algunas profesiones
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La universidad española ha vivido durante el último cuarto de siglo una importante expansión. En el curso 1994-1995, el país contaba con 46 universidades públicas y cinco privadas. Casi cinco lustros después, en el curso 2017-2018, las cifras repuntaron, respectivamente, hasta 50 y 34 centros, según el informe La contribución socioeconómica del Sistema Universitario Español, realizado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. Paralelamente al crecimiento de las instituciones, el cuerpo docente experimentaba una hipertrofia similar: según Eurostat, España es el segundo país mejor dotado de la UE, con 167.000 profesores dedicados a la educación superior, solo por detrás de Alemania (407.100) y tomando la delantera a naciones más pobladas y con mayor renta per cápita como Reino Unido (156.300) y Francia (120.200), y de similar peso como Italia (91.300). Podría pensarse que este despliegue académico ha significado simultáneamente una modernización del sistema universitario, pero la realidad indica que, todavía, bien entrado el siglo XXI, acceder a unos estudios de primer rango implica asistir en cuerpo y alma a una colección interminable de clases, exámenes y tutorías.

Constituida en agosto de 1972, la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) imparte 28 grados y 78 másteres y aglutina a 167.941 alumnos (datos del curso 2019-2020). Su filosofía ha consistido siempre en replicar lo presencial entre aquellos que, por diferentes causas, no pueden personarse en una facultad. Digamos que la UNED emula lo físico sin innovar en lo espiritual, pues la estructura de sus planes de estudios es básicamente igual que la de cualquier institución clásica, incluidos los exámenes en un aula bajo supervisión, aunque quepan tímidos avances como la sede electrónica y un catálogo incipiente de cursos virtuales.

Como el poder legislativo, una parte importante del poder educativo va por detrás de los cambios sociales, espoleados de manera exponencial en las dos últimas décadas por la tecnología. En un mercado laboral muy dependiente del turismo, la hostelería y otras patas del sector servicios, y por lo tanto sensiblemente condicionado por la estacionalidad, la revolución digital ha propiciado la revalorización de algunas profesiones y la aparición de nuevos perfiles, marcando de paso un ritmo inédito a la formación, que ya no se ciñe a un periodo concreto de la existencia, sino al total de años en activo. Para amoldarse a este escenario de oportunidades, un trabajador ha de ser dinámico, circunstancia que le convierte, junto a los propios estudiantes, en un aprendiz más de cualquiera de las actividades que colinden con la suya. Al compás de esta certeza, las mejores universidades del mundo han acuñado el online learning (o educación digital).

Décimo tercera en el ránking de escuelas europeas de negocio elaborado por el Financial Times, Esade ha optado por una doble aproximación, ofreciendo por una parte un enfoque mixto para su programa estrella, el Executive Master (60% online, 40% presencial); y por otra un amplio ramillete de opciones 100% virtuales donde se recogen, entre otras, nuevas tendencias (Blockchain y Fintech, eSports for Marketing Strategies, Legal Tech), estrategia digital (el Nuevo Consumidor, Omnicanalidad y e-Commerce) o habilidades directivas (Up and Cross, Marketing Jurídico y Desarrollo de Negocio).

A través de su división Professional Education, el archiconocido MIT se ha lanzado a la conquista del público hispanoparlante rompiendo por primera vez las barreras del idioma y la distancia. Tampoco falta en su porfolio ninguna disciplina de actualidad: cloud & devops y machine learning conviven con MBA adaptados al signo de los tiempos. MIT permite asimismo a las empresas elaborar un programa de formación continua que responda a las necesidades específicas de sus plantillas. Y todo ello sin renunciar al prestigio de un equipo académico que ha consagrado a esta institución como una de las más reputadas del planeta.

MIT se ha lanzado a la conquista del público hispanoparlante

La Universidad de Chicago, por citar un tercer caso, explica que sus cursos online permiten a cualquier estudiante ampliar conocimientos sin renunciar al rigor y la exigencia, a la vez que se familiariza con metodologías impensables sin el soporte tecnológico. Entre la docena de opciones disponibles conviven algunas tan dispares como la escritura creativa y el data analytics, demostrando así que la disrupción educativa tampoco conoce fronteras temáticas.

Esta tendencia es el futuro del sector por un buen puñado de razones. A la flexibilidad y la reducción de costes (dos argumentos de primer orden en una sociedad caracterizada por la multitarea) se unen ventajas como la revisión permanente de los contenidos, el reconocimiento curricular inherente a una titulación en un centro de primer nivel internacional, la posibilidad de un seguimiento pormenorizado del alumno, el networking que supone relacionarse con un amplio espectro de profesores y estudiantes procedentes de cualquier rincón del mundo, el feedback permanente en ambas direcciones (docente y estudiantil), la organización de actividades grupales y la creación de una visión estratégica global.

Conviene tener un ojo pegado al emprendedor. TED ya mostró el camino con sus conferencias, después trasvasadas a internet, pero el campo es mucho más ancho, tal y como acredita MasterClass, la plataforma estadounidense de pago que conecta al público con figuras de todos los ámbitos, desde Paul Krugman hasta Martin Scorsese pasando por Gary Kasparov, Carlos Santana, Serena Williams o Steve Martin. El formato comprende un promedio de 20 lecciones por curso y diez minutos por lección, cuenta hoy con más de 80 ponentes y es compatible con pasarelas como Apple TV o Amazon Fire TV.

La revolución digital ha propiciado la revalorización de algunas profesiones

Con un producto de estas características es posible enseñar de otra forma y convertir la ruta del aprendizaje en una experiencia más atractiva y enriquecedora. Tomar posiciones con rapidez, invertir sin miedo y rodearse del conocimiento más reciente conforman el mantra de la educación del siglo XXI, una educación igual de exquisita, más universal y mucho más adaptable que el viejo modelo aún predominante en tantos lugares.

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