
Tabarnia no existe. Es una ficción que, según sus ideólogos, busca hacer visibles las flaquezas del proyecto soberanista en Cataluña. Según ellos, su idea fundacional es similar: dotar de identidad propia a un territorio por el mero hecho de compartir una voluntad política. De esa forma, frente a la mayoría independentista, la franja en la que el unionismo ganó podría ser un ente diferente de ese movimiento.
Esa franja, que recorre por la costa el norte de Tarragona y el núcleo urbano de Barcelona, sería el símbolo del nacionalismo dentro del nacionalismo. La hipotética patria de quienes no quieren independizarse con los independentistas.
A partir de la llamativa idea, de la mano de un potente marketing y de una desbordada atención mediática, Tabarnia estuvo copando titulares durante meses. Y, a la vez, definiendo la profunda separación bloques sociales que se esconde sobre las diferencias de voto. Tabarnia, en general, es urbana y rica, mientras que el resto es más rural y tradicional. Lo que unos ven una moraleja en sí misma, para otros es la expresión de un clasismo indisimulado.
Tabarnia es, por tanto, un símbolo. Pero a la vez es una metáfora. Y como tal, Tabarnia no es única. En toda la geografía española hay rincones donde el voto tiene un signo marcadamente diferente al resto. Dicho voto, sin embargo, no es un hecho diferencial en sí, sino una consecuencia de unas características concretas.
'El Somierzo'
Entre León y Asturias discurría antiguamente una calzada romana conocida en la actualidad como el Camín Real de la Mesa. La zona, frontera natural entre León, Galicia y Asturias, es un enclave montañoso y frío. Algo alejado todavía de la cuenca minera asturiana -situada más hacia el oeste-, la zona reúne no pocos focos municipales en los que la izquierda es la opción más votada, una isla roja en medio de un mar azul popular.
Desde Ponferrada, capital del Bierzo, hasta Sobrescobio, pasado el Parque Natural de Somiedo, se encadenan hasta treinta municipios donde los socialistas siguen siendo mayoría. Junto a ellos, dos excepciones que optaron por Podemos -Langreo y Mieres- en las pasadas elecciones generales de 2016. Juntos, una cadena de más de 200 kilómetros en línea recta.
Treviño
No son pocos los territorios nacionales que puedan considerarse 'islas' -además de las islas en sí-. Es el caso, por ejemplo, del Rincón de Ademuz -perteneciente a la provincia de Valencia, pero geográficamente ubicado en Cuenca- o el Enclave de Treviño -perteneciente a Burgos, pero rodeado en su totalidad por territorio alavés-.
Aunque la división provincial de 1833 asignó el territorio a Burgos, desde entonces hasta ahora se han sucedido las peticiones para que se le permita anexionarse a Álava. Ese particular contexto hace posible que sea uno de los pocos lugares en los que partidos nacionalistas 'foráneos' -vascos en este caso- tengan representación.
Sin embargo, y a pesar de que PNV y EH Bildu sumen votos en la zona, es otro partido el que ha dominado el panorama electoral durante las últimas convocatorias generales. Se trata de Podemos, que con casi la mitad de los votos, es la opción mayoritaria en los dos municipios que conforman el Enclave. El morado se mezcla con otros municipios en los que los de Pablo Iglesia ganaron en su día, y combina al norte con los verdes de PNV y EH Bildu y al sur con los azules del PP burgalés.
'Arania'
La franja costera entre Tarragona y Barcelona no es la única 'isla' entre el homogéneo nacionalismo catalán. En la última comarca al noroeste, cincelada entre las montañas del Pirineo, se levanta El Vall d'Aran. La comarca, frontera montañosa entre Cataluña, Aragón y Francia, es un enclave en el que los partidos nacionales superan a los catalanes. Y donde el PP en concreto goza de una sorprendente buena salud.
Así, en las últimas elecciones generales el PP fue la formación más votada en la mayor parte de los núcleos municipales de la zona, mientras que PSOE y Podemos -que por entonces aún gozaban de una salud aceptable en la comunidad- se repartieron el resto. En 2015 no fue el PP el que tiñó la comarca con sus colores, pero lo hicieron las otras tres formaciones nacionales -el PSOE en todos los núcleos, menos en dos, que se repartieron Podemos y Ciudadanos-. Ni siquiera en 2011, cuando CiU aún era hegemónica, el nacionalismo dominaba por completo la comarca.
Los otros rincones 'diferentes'
Esas tres son quizá las Tabarnias más llamativas, pero no son las únicas. EH Bildu, por ejemplo, tiene la suya en la frontera entre Gipuzkoa y Navarra, donde concentra a la práctica totalidad de los municipios -aunque el grueso de votos le venga de zonas más pobladas-.
Por su parte, Compromís ha sido históricamente muy fuerte en la zona intermedia que separa Valencia y Alicante. Y Ciudadanos, que no sólo vive de Cataluña y las dos grandes capitales españolas, tuvo una importante bolsa de votos en el área fronteriza entre Murcia y Almería, aunque sin ser el partido más votado.