
Por discrepancias, fatiga, como consecuencia de la crisis económica y sanitaria derivada del Covid-19, de las elecciones en Cataluña, de un guiño a Europa, o de la falta de liderazgo en Andalucía, fuentes políticas allegadas a Moncloa afirman a eE que es más que probable una crisis de Gobierno que podría mover, cambiar o eliminar a siete de los actuales ministros del gabinete de Pedro Sánchez.
Es un rumor que va tomando fuerza en los corrillos políticos con varios escenarios temporales:el más probable o cercano llegaría en el momento en el que las fuerzas políticas elijan a sus candidatos a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, lo que podría ser alrededor del mes de septiembre. Pero antes de que eso ocurra, no se descarta un cambio previo en Moncloa, que más que un abandono, sería un cruce de carteras. En este caso se trata de la portavocía del Gobierno, que actualmente ocupa María Jesús Montero.
Las personas civilizadas
Fuentes del Palacio gubernamental inciden en el cansancio acumulado de la también titular de Hacienda, con un horizonte de trabajo ímprobo de aquí a finales de año con la elaboración del anteproyecto de los Presupuestos Generales del Estado de 2021, y antes con la senda fiscal y el techo de gasto, eso sí, esperando a vislumbrar por dónde van a ir los Fondos Europeos para empezar a cuadrar unas cuentas que se han disparado y que no tienen mucho que ver con las previsiones enviadas a Bruselas.
Montero, dicen, está cansada de dar la cara y de recibir las tortas verbales de ministros como Iglesias, a quien este jueves afeaba su conducta, pidiendo no incurrir en el "insulto y la amenaza" a los periodistas, y abogando por "imponer el criterio de la razón" como las "personas civilizadas".
Además, Sánchez tiene otros planes para Montero, si no es que antes prosperan candidaturas como del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, para la presidencia de la Junta de Andalucía. Hasta ahora, la dirigente y exconsejera andaluza estaba muy bien posicionada para desempeñar una tarea para la que todavía tiene tiempo.
El ir y venir de Illa
Otro de los nombres que circulan en las quinielas de una próxima remodelación de Gobierno es el de Salvador Illa, ministro de Sanidad, y máxima autoridad hasta hace unos días junto con Pedro Sánchez. El motivo de su partida -amén que han sido numerosas las ocasiones en las que se ha contado que tiraba la toalla y abandonaba el Gobierno- serían las elecciones en Cataluña. Fuentes cercanas a Iceta confirmaban a eE esta posibilidad, la de que Illa remplace al actual secretario general de los socialistas catalanes, extremo viene de negar Illa al señalar que él seguirá siendo ministro de Sanidad este otoño.
Sin embargo, las especulaciones crecen. Y se habla para ocupar su cargo, del epidemiólogo Fernando Simón, a quien algunos dan por defenestrado, mientras otros lo ven con una cartera bajo el brazo.
El hecho de que Illa se vaya o no, sea o no candidato es de suma importancia, porque de ser afirmativa su marcha, la remodelación de Gobierno estaría entorno a finales de agosto a septiembre. De modo contrario, el presidente -que es quien tiene las prerrogativas de la remodelación- podría acometer una crisis de Gobierno en cualquier momento, sin esperar otra agenda de acontecimientos. En el capítulo de cambios, no se descarta que José Luis Escrivá ocupe otras carteras de rango económico.
Los ministros podemitas
Los ministros de Trabajo, Consumo y Universidades, Yolanda Díaz, Alberto Garzón y Manuel Castells, respectivamente, aparecen también en la picota. La primera de ellos, Díaz, emerge como la ministra que procede de Unidas Podemos mejor valorada de los cinco que conforman el ala más izquierdista del Gobierno de coalición. Además, su nombre suena para sustituir en un futuro a Pablo Iglesias, dada que la imagen de Irene Montero se ha desvanecido y desdibujado en el Ejecutivo progresista. Este sería uno de los motivos por los que a Iglesias no le importaría prescindir de la gallega.
En cuanto a Garzón, el patinazo con el sector del turismo, al señalar que no es estratégico, y su falta de empatía no le han granjeado muchos adhesiones. Su ministerio se considera prescindible, como el de Igualdad, donde pesa más la nomenclatura ideológica y ser la pareja de Pablo Iglesias, que su capacidad resolutiva.
Respecto a Castells, está considerado el gran desaparecido. Su ministerio bien podría volver a fusionarse con Educación y Ciencia. Su paso por la política de primer nivel ha sido inexistente. Apenas ha comparecido en el Congreso y en el Senado para dar explicaciones de su gestión. Desde luego Castells está en todas las quinielas.
Ábalos, Marlaska y Maroto
La pandemia ha frenado algunos de los casos que han emergido estos últimos meses. Uno de ellos es el 'caso Delcy -por la estancia en Barajas de la vicepresidenta de Venezuela-', que afecta al ministro de Movilidad y Transporte, José Luis Ábalos. El otro es de los ceses de Fernando Grande-Marlaska, al frente del Ministerio de Interior. Los dos ministros quedaron tocados, pero las circunstancias de un confinamiento político y parlamentario han aplacado críticas que hoy, sin embargo, se refuerzan con el cuestionamiento de los partidos en la oposición.
De estos dos ministros, Marlaska es el peor posicionado. Mientras Ábalos es un experto en política, además de un dirigente socialista con mando en plaza en Ferraz, y uno de los pocos que acabaron apoyando a Pedro Sánchez. Por contra, el juez cuenta con pocos apoyos en el PSOE, y tampoco muchos en el Gobierno. Su marcha podría cerrar una crisis que rezuma por las paredes del Ministerio del Interior donde solo están contentos los últimos nombramientos.
La ministra de Industria, Comercio y Turismo es uno de los nombres que también ocupan espacio ante una posible remodelación ministerial. Reyes Maroto, quien se ha sentido sola en muchas ocasiones durante el confinamiento, podría estar entre las damnificadas como consecuencia también de las crisis de Nissan y Alcoa. El peso de las áreas que dirige, y el grado de afección que ha tenido la brutal caída económica y de paro sobre ellas podría ser instrumentalizado por el Gobierno para tapar los errores de la gestión de Pedro Sánchez, entregando así una cabeza de turco a un sector tremendamente dañado.
La 'debilidad' de Iglesias
Quien tampoco vive su mejor momento en el gabinete progresista es el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. Y ello, muy a pesar de que Sánchez recalque que la comunión entre ambos es extraordinaria, y que lejos de tener pesadillas con él, lo que tiene son felices sueños.
En la rueda de prensa del pasado martes posterior al Consejo de Ministros, Juan Carlos Campo, María Jesús Montero y José Luis Ábalos aprovecharon sus respuestas para separarse de las declaraciones políticas de Iglesias. Valoraron el régimen del 77, la Constitución, salieron huyendo de las nacionalizaciones y no defendieron al vicepresidente en su nueva afrenta contra la prensa que no le baila el agua.
Pero la posición de debilidad del vicepresidente podemita, atravesado por la espada del 'caso Dina', su exasesora en Bruselas, con los apéndices de las particulares relaciones entre sus abogados y la Fiscalía, de la consultora chavista que ideó la trama, y en un entramado en el que no ha logrado conectar las cloacas del Estado con su lamento por ser atacado por las mismas, es a medias. Iglesias mantiene viva una carta ante una posible remodelación ministerial, de la que no se habla de reajustes ministeriales, a pesar de estos tiempos de crisis.
Y es que Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, cuando firmaron su acuerdo de Gobierno progresista, en enero de 2020, añadieron a la letra pequeña un apéndice: que cualquier cambio de gabinete se debería discutir y acordar, y se mantendría el número de áreas de gestión y su peso relativo de cada una de las partes en ese Gobierno.