
Hace años que el turismo en España, y especialmente en Cataluña, dejó de ser una cuestión meramente estacional para convertirse en uno de los motores estructurales de nuestra economía. La clave, en gran medida, está en el papel que juega el inversor extranjero y en la capacidad de nuestros destinos para seguir atrayendo una demanda internacional cada vez más robusta.
Desde Laborde Marcet lo observamos con claridad: los activos hoteleros bien gestionados, bien ubicados y con visión de reposicionamiento, especialmente aquellos que se encuentran en enclaves turísticos privilegiados o que tienen el sello de "hoteles urbanos" son hoy una de las inversiones más atractivas del mercado europeo. ¿Por qué? Porque la combinación entre alta ocupación, tarifas medias al alza y un contexto de tipos de interés en descenso conforman un escenario difícilmente replicable en otros sectores inmobiliarios.
Los datos no engañan: durante 2024, la inversión hotelera en España alcanzó los 3.300 millones de euros. Una cifra magnífica, aunque bien es cierto que este dato es inferior al récord de más de 4.000 millones registrado en 2023. Pero también lo es que, si hubiera existido una mayor oferta de producto disponible, estaríamos probablemente hablando de una nueva marca histórica que sólo superaremos a medida que el mercado abra nuevas ofertas de hoteles en venta. El apetito inversor, especialmente desde fuera de nuestras fronteras, no ha disminuido. Al contrario, sigue creciendo, y sectores como los hoteles de lujo se han convertido en un tesoro con cada vez más buscadores a la espera de una recompensa muy muy alta. Y no hablamos solo de capital europeo o el americano, que tan bien nos conocen, sino también del asiático y de Oriente Medio, dos nuevos players activos del mercado, todos ellos buscando rentabilidades estables y activos resilientes ante la volatilidad global.
El cliente internacional no solo llena habitaciones; también las justifica como inversión. Su regreso tras la pandemia, especialmente el turismo de larga distancia y alto poder adquisitivo, ha sido fundamental para sostener la tendencia positiva en ocupación y en precios. A esto se suma el esfuerzo que muchos hoteleros han realizado para reformar y reposicionar sus activos, lo que permite captar una demanda más exigente y mejorar la rentabilidad por habitación.
Hoy hablamos de yields prime en torno al 5% en mercados urbanos como Madrid o Barcelona, y eso explica por qué seguimos viendo tanto interés por parte de inversores institucionales y privados. El problema es el mismo: la escasez de producto disponible, especialmente en estas grandes capitales, pero también en las principales zonas costeras del país. En el sector hotelero no solo es difícil encontrar oportunidades; muchas veces, cuando aparecen, desaparecen con la misma rapidez, del mismo modo que vemos que cada vez ocurre también con la vivienda.
Como profesionales del sector, no podemos perder de vista los factores geopolíticos y económicos que marcan el pulso de la inversión global. La guerra en Ucrania, las tensiones en Oriente Medio o el aumento de los costes de construcción por el encarecimiento de materias primas son elementos que introducen incertidumbre. Pero frente a esto, el turismo sigue funcionando como un valor refugio. España, con su estabilidad, su atractivo turístico y su capacidad de adaptación, se mantiene como destino prioritario para quien busca invertir a medio y largo plazo.
Por eso, desde Laborde Marcet animamos a los inversores a mirar al turismo no como un fenómeno pasajero, sino como una palanca estructural de crecimiento. Y también animamos a los propietarios a profesionalizar sus activos y a explorar oportunidades de reposicionamiento. Porque, si algo hemos aprendido en los últimos años, es que un buen hotel no solo genera ingresos: construye valor a largo plazo.