
Son tiempos convulsos y la opinión pública debate en todo tipo de foros la necesidad de aumentar el presupuesto en defensa en nuestro país. A menudo, el debate se reduce a una cuestión de asignación de fondos. Sin embargo, el desafío trasciende lo económico: implica profundas consideraciones tecnológicas y estratégicas.
Durante décadas, Europa ha desarrollado capacidades notables en sectores clave como la aviación, los vehículos de combate o el armamento. No obstante, su independencia tecnológica ha ido disminuyendo en favor de potencias como EEUU o China, que lideran la fabricación de armamento y de componentes críticos, como los microchips. La inestabilidad internacional ha puesto en evidencia una realidad ineludible: Europa necesita reducir su dependencia de aliados externos si quiere garantizar su seguridad.
El continente cuenta con un tejido industrial de defensa sólido, con empresas y consorcios capaces de desarrollar tecnologías avanzadas. Sin embargo, el sector enfrenta obstáculos importantes, como la fragmentación del mercado y la ausencia de una estrategia común entre los Estados miembros. La coexistencia de múltiples sistemas —frecuentemente incompatibles entre sí— limita la interoperabilidad, eleva los costes y ralentiza la innovación. Avanzar hacia la estandarización de los sistemas militares europeos y promover programas conjuntos es, por tanto, una necesidad urgente para optimizar recursos y reforzar la autonomía estratégica del continente.
Para lograrlo, es esencial fortalecer la cooperación entre países mediante instrumentos como el Fondo Europeo de Defensa 2021-2027, dotado con casi 8.000 millones de euros. Este tipo de programas permiten impulsar la I+D+i en el sector, facilitar sinergias industriales y crear una base tecnológica común. Solo una estrategia coordinada, basada en la inversión inteligente y la estandarización de capacidades, permitirá a Europa garantizar su seguridad y reducir su dependencia tecnológica en un entorno cada vez más incierto.
Inversión
Conviene, además, matizar un aspecto clave: el presupuesto en defensa no debe entenderse como un gasto, sino como una inversión. Inversión en tecnología, en innovación, en seguridad. Cada euro destinado a este ámbito impulsa el desarrollo de tecnologías de vanguardia que trascienden el ámbito militar y generan beneficios también en la industria civil: desde la aviación y las telecomunicaciones hasta la ciberseguridad. Apostar por la defensa es, en última instancia, apostar por la soberanía tecnológica, por el empleo cualificado y por una Europa más competitiva.
La IV edición de la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España (FEINDEF 25), que se acaba de celebrar entre el 12 y el 14 de mayo, ha demostrado las importantes capacidades de España en el sector. FEINDEF se ha consolidado como uno de los grandes eventos de referencia en Europa para el sector, tras duplicar en esta edición su espacio expositivo, y Andalucía y las empresas miembro de CTA han tenido una importante representación. Desde CTA, ofrecemos nuestro asesoramiento y apoyo en la detección de oportunidades de innovación tecnológica en el sector y la búsqueda de financiación y de los mejores aliados tecnológicos.
Hoy más que nunca, cobra vigencia el viejo aforismo latino: "Si vis pacem, para bellum". Si queremos preservar la paz, debemos estar preparados. Y Europa debe estarlo, no para fomentar el conflicto, sino para evitarlo desde la fortaleza, la unidad y la capacidad tecnológica propia y preservar los valores europeos.
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