Opinión

China y la India, competencia compleja

La frontera chino-india en la cordillera del Himalaya y el Océano Índico son los dos espacios más conflictivos en la rivalidad que China y la India mantienen desde hace décadas. La complejidad de esa relación tiene fundamentos destacados.

Las dos naciones son Estados y sociedades civilizacionales, en las que sus intereses y sus fronteras están definidos de forma mucho más marcada que en otros países de creación más reciente.

Esa historia larga, profunda y laberíntica con la que cuentan China y la India hace palidecer a cualquier otra nación con una historia más liviana y las dos han pasado por periodos poco gloriosos a lo largo de los siglos.

Asimismo, ambos Estados han sido, en algún momento de su historia, o son grandes potencias económicas del mundo y, en la actualidad, sus sistemas políticos y económicos son diferentes.

Finalmente, China y la India se encuentran en momentos dulces de rejuvenecimiento y de resurgimiento y son los dos únicos países del mundo cuyas poblaciones superan el millardo de habitantes.

Si un país en ascenso suele crear efectos ondulantes en su vecindario más cercano, China y la India son países de poder emergente, que, además, comparten una frontera de casi 3.500 km. dentro de una región de la que ambas son parte.

La relación más reciente entre los dos países no ha sido fácil de gestionar.

Dicha interlocución comenzó bien en los años 40 del siglo pasado, aunque se acabó torciendo en los 50, ya que se produjeron fricciones y escaramuzas múltiples que desembocaron en la guerra de 1962.

El Ejército Popular de Liberación (EPL) de China atacó a la India a través de las fronteras en disputa el 20 de octubre de aquel año y las fuerzas indias fueron derrotadas.

Desde los años 80 la relación entre Pekín y Nueva Delhi comenzó a volver a la normalidad y ambas capitales empezaron a negociar sobre el futuro de esa linde larga que delimita los confines de ambos países en esa zona.

A partir de 1988 la frontera se mantuvo estabilizada, lo que contribuyó a que comenzara un período de comercio, de contactos políticos e, incluso, de turismo entra las dos naciones.

Sin embargo, China y la India violaron en junio de 2020 muchos de los acuerdos que tenían vigentes.

Sus Fuerzas Armadas respectivas enviaron un número sustancial de sus efectivos a la llamada Línea de Control Real de la frontera y se produjeron movimientos peligrosos en zonas de altura y de temperatura extremas, que terminaron en enfrentamientos.

La batalla del valle de Galwan fue librada con palos y con garrotes, no, con armas de fuego, y se saldó con, al menos, 20 soldados indios y cuatro chinos muertos, en el que fue el primer choque mortal entre ambos bandos desde 1975.

Cinco años de negociaciones se han desarrollado desde entonces hasta hoy, que consiguieron, en un primer paso, separar las tropas de los dos países para que regresaran a sus bases operativas.

Más adelante las partes acordaron los términos y las condiciones a partir de las cuales China y la India han podido patrullar una frontera compartida que sigue sin estar delimitada.

Las conversaciones entre el primer ministro de la India, Modi, y el presidente de China, Xi, con el presidente de la Federación de Rusia, Putin, como mediador, durante la Cumbre BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) 2024 en Kazán, Rusia, traerán resultados positivos.

Tanto Modi como Xi confían plenamente en el rol diplomático decisivo que Putin ha comenzado a desempeñar en la resolución de este conflicto entre China y la India.

Aquel diálogo a tres bandas en Kazán no entró a discutir la demarcación exacta de la frontera del Himalaya, ya que no se pueden resolver los problemas que plantea una linde sin trazar de 3.800 km. mientras no pasen, al menos, varios siglos.

A pesar de ello, los líderes chino e indio acordaron rebajar aún más la tensión y regresar al statu quo ante de junio de 2020.

Las Fuerzas Armadas de ambos países han vuelto a patrullar sin armas la frontera, lo que es un gran logro, y ninguna de las dos ha disparado contra las de su vecino durante los últimos tres años.

Modi ha dado garantías adicionales a Xi de que la India no cortará la autopista del Karakórum, de forma que no se estrangulará el acceso chino al puerto pakistaní de Gwadar y, por lo tanto, al Mar Arábigo.

Toda la relación bilateral entre Pekín y Nueva Delhi, especialmente, el comercio y las transacciones de todo tipo, se vieron afectadas por aquel estallido violento en la frontera.

Sin embargo, la esperanza de restaurar la normalidad es grande en China y en la India.

Los productos y los servicios chinos e indios están accediendo a los mercados de su vecino respectivo de forma incremental durante este quinquenio último, aunque de forma desequilibrada en favor de los primeros.

La pertenencia de ambas naciones a la agrupación BRICS y el nuevo contexto geopolítico internacional son factores que ayudarán a que ese deseo de reconciliación se materialice y se profundice durante los próximos años.

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