Opinión

España-Reino Unido: una de las mayores relaciones bilateral en la actual Europa

En tiempos de fragmentación geopolítica y creciente proteccionismo, resulta particularmente valioso observar cómo algunas de las alianzas económicas existentes, no solo sobreviven a los vaivenes internacionales, sino que se refuerzan.

Una de ellas es la existente entre España y Reino Unido, dos países que, a pesar del Brexit y de la salida del Reino Unido del mercado único europeo, han sabido consolidar un marco de cooperación robusto, pragmático y con la ambición de mantenerse a largo plazo.

Lejos de debilitarse tras la salida del Reino Unido del mercado único europeo, el vínculo bilateral ha demostrado una resiliencia poco común. Así lo reflejan los datos más recientes publicados por la Secretaría de Estado de Comercio que determinan que en 2024 más de 12.600 millones de euros llegaron a España en forma de inversión directa procedente de empresas británicas. Esta cifra no solo es la tercera más alta de la serie histórica, sino que además triplica el volumen registrado el año anterior de 3.781 millones de euros.

Un flujo sostenido que consolida al Reino Unido como el tercer mayor inversor extranjero en nuestro país, con un acumulado superior a los 92.000 millones de euros desde 1993.Pero más allá del volumen, lo verdaderamente significativo es la calidad y orientación estratégica de esta inversión.

Las empresas británicas están apostando por sectores clave para el desarrollo económico español tales como la ingeniería, arquitectura, servicios administrativos y, de forma creciente, el suministro energético con fuerte foco en las energías renovables. Este patrón de inversión revela no solo una apuesta por el presente, sino una clara visión compartida sobre los desafíos económicos y climáticos del futuro.

Asimismo, es importante destacar el impacto positivo de estas inversiones en la generación de riqueza y empleo en nuestro país. Se estima que las inversiones británicas contribuyen al mantenimiento de más de 260.000 empleos directos e indirectos en España. Empleos cualificados, estables y orientados a la innovación, que permiten a las empresas mantener sus estándares de calidad y competitividad.

Por su parte, España se posiciona como un país atractivo por diversas cuestiones como su calidad de vida, que facilita la captación y retención de talento internacional; la existencia de ecosistemas especializados, como los que han florecido en el sector tecnológico en Málaga o Barcelona; y su posición geoestratégica como puente natural hacia América Latina. A esta sólida base de inversión se suma un intercambio comercial bilateral fluido y diverso. El Reino Unido sigue siendo uno delos principales socios de España, con especial relevancia en sectores como automoción, alimentación, tecnología y productos farmacéuticos.

Pese a los nuevos requisitos aduaneros post-Brexit, las empresas de ambos países han logrado mantener un ritmo comercial constante y eficiente. Y si el comercio es uno de los pilares de esta relación, el turismo es sin duda otro de sus motores. España recibió en 2024 más de 18 millones de turistas británicos, un 6,6% más que el año anterior y el gasto generado superó los 22.600 millones de euros.

Este fenómeno no es anecdótico: habla de una afinidad estructural que trasciende el ocio y se traduce también en inversión inmobiliaria, establecimiento de residentes británicos y dinamización del comercio local en zonas costeras.

Por último, pero no menos importante, la educación y la cultura actúan como vectores de acercamiento mutuo. Las universidades de ambos países mantienen una red densa de acuerdos de intercambio y colaboración, donde estudiantes españoles siguen eligiendo universidades británicas, y viceversa, mientras que el interés por los idiomas de cada país refuerza los lazos entre generaciones futuras.

En suma, la relación entre España y el Reino Unido no se limita -aunque sí se sustenta- en la inversión y el comercio. Estamos ante una alianza moderna, resiliente y con vocación de futuro, basada en la cooperación, el intercambio de talento, la innovación y el compromiso con un desarrollo sostenible.

Se trata de dos economías maduras que han encontrado en la colaboración mutua una vía para ganar competitividad, atraer talento y generar bienestar, además de compartir conocimiento a través de la innovación y el desarrollo científico gracias a la colaboración público-privada.

Como en todas las relaciones, siempre hay algunos aspectos a mejorar y para ello, la comunicación es clave. Saber escuchar y comprender a las partes ayuda a que estas aspereces se puedan limar para lograr una relación que siga funcionando como un engranaje. A las empresas tanto españolas como británicas en España, atraer ahora talento británico les genera enormes cargas burocráticas y se están desincentivando los programas de movilidad internacionales entre los dos países ya que están perdiendo competitividad. Una relación como la hispano-británica será lo suficientemente madura como para encontrar soluciones y lograr un funcionamiento casi perfecto. En tiempos de desconfianza global, resulta alentador ver que todavía hay relaciones internacionales que no entienden de fronteras, sino de oportunidades compartidas.

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