
Las acciones estadounidenses y el dólar se desplomaron a comienzos de la semana y el rendimiento de los bonos del Tesoro a largo plazo repuntó al alza después de que Trump renovara sus ataques contra el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. "Puede haber una desaceleración de la economía a menos que el Sr. Too Late, un gran perdedor, baje los tipos de interés, ¡YA!", señaló Trump en respuesta a un comentario de Powell de que los aranceles probablemente "conducirán a una mayor inflación y un crecimiento más lento".
Pero todo cambió al día siguiente, martes, cuando el presidente dijo que los altos aranceles que impuso a las importaciones chinas "se reducirán sustancialmente" y se mostró optimista sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo. "Vamos a ser muy amables, ellos también lo serán, y veremos qué sucede", declaró. Las afirmaciones de Trump no eran casuales, se producían poco después de que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, afirmara en un discurso el martes que espera que se dé una "desescalada" en la guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo.
El mandatario estadounidense también dio marcha atrás con respecto a Powell: "No tengo ninguna intención de cesarle", señaló después de que el Viernes Santo, el director del Consejo Económico Nacional, Kevin Hassett, revelara que la Casa Blanca estaba estudiando su despido.
¿Por qué desistió Trump de despedir a Powell? Aparte de la pésima señal para los mercados, como se vio en las caídas del lunes, tendría que echar a los 12 presidentes de los bancos regionales de la Fed, con derecho a voto en el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), el encargado de fijar los tipos de interés y cumplir con el doble mandato de maximizar la creación de empleo y lograr la estabilidad en los precios. El sustituto de Powell tendría muchas dificultades para ganarse la confianza de Wall Street.
Trump va de farol. No entiende la regla de los mercados, que le obligan a rectificar a cada paso
El precedente más cercano es el del presidente turco, Tayyip Erdogan, que en 2018 colocó a su yerno, Berat Albayrak, al frente del Ministerio del Tesoro y de Finanzas, con poderes sobre el banco central, porque el anterior se negaba a bajar los tipos de interés, como ahora. La lira turca lo recibió con un desplome sin precedentes, que retroalimentó la inflación y frenó el crecimiento.
Trump está mostrando que desconoce las reglas del mercado, pero también que es muy sensible a sus caídas. Sobre todo, las del dólar, del que depende la financiación del gigantesco doble déficit fiscal y comercial. Su estrategia consistente en dar un golpe en la mesa para ablandar al rival antes de sentarse a negociar no está funcionando como pensaba. China se mantuvo firme, respondiendo a su escalada de aranceles y Trump tuvo que retroceder, porque no tiene un plan para sustituir a los productos por más de medio billón de dólares que importa del gigante asiático. El informe de esta semana del FMI que rebaja en casi un punto el PIB estadounidense fue otro jarro de agua fría.
Europa, por contra, retiró las acciones de represalia antes de que entraran en vigor. Mientras que en España, el presidente del Gobierno anunció un plan para cumplir este año con el objetivo del 2% del PIB en gasto en Defensa, como había pedido el secretario del Tesoro, Scott Bessent, al ministro Carlos Cuerpo y Sánchez había prometido al secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte. La fecha elegida no es casual, en vísperas de la cumbre que la Alianza Atlántica celebrará en junio en La Haya (Países Bajos), la primera desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, en la que previsiblemente se fijará un nuevo objetivo de inversión en defensa superior al 3% del PIB.
"España, la cuarta economía del euro, no podía acudir a la cumbre siendo el farolillo rojo de la inversión en defensa en el continente y con una industria de defensa que está también en los últimos puestos del ranking europeo", señalan fuentes oficiales. Sánchez subrayó que con este compromiso España se presenta ahora como "un socio fiable" de la OTAN y de la UE.
Pero no todo lo que brilla es oro. El incremento del gasto en 10.471 millones está lleno de trampas. Un tercio largo del nuevo dinero (el 35,45%) es para mejorar las condiciones laborales y el equipamiento de las Fuerzas Armadas, al que habría que añadir otro 3,14% (328 millones) en seguridad de los más de 3.000 militares en el exterior. Otro tercio largo (el 35,45%) procede de partidas recicladas de otros departamentos de la administración dedicadas a telecomunicaciones y ciberseguridad.
El nuevo gasto es extraordinario y tendrá que ser presupuestado el próximo ejercicio
En resumidas cuentas, dos tercios del total no tiene que ver con el gasto armamentístico. En realidad, sólo 1.962 millones, el 18,75%, se destina a la compra de nuevos equipos de defensa y disuasión.
El capítulo relacionado con la ciberseguridad es el más controvertido, ya que no está incluido en las estrictas normas de la OTAN sobre lo que se considera gasto militar. Fuentes diplomáticas señalan que se están manteniendo conversaciones informales con el fin de "ampliar la lista y adaptarla a la nueva guerra electrónica y las amenazas en ciberseguridad".
El Gobierno ha hecho un importante juego de malabares con la implicación de hasta cinco ministerios (Presidencia, Hacienda, Industria, Defensa y Transformación Digital) para mover partidas entre ellos sin tocar el gasto público. Pero el problema es que la financiación no es sostenible en el tiempo. Sánchez aseguró en la presentación que no iba a " meter la mano en el bolsillo de los ciudadanos", pero es mentira.
De los 10.500 millones, la partida más elevada, casi 3.000 millones, procede de los ahorros del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), y otros 2.700 millones provienen del Fondo de Contigencia y de los Next Generation europeos. ¿Y qué ocurrirá si no se producen esos ahorros por parte de las autonomías, en su mayoría del PP?, ¿O cuando el año que viene esté agotado el fondo de contingencia o los NextGen? Por no hablar de los 1.680 procedentes de reintegros de préstamos del Ministerio de Industria.
Esto no es serio. Es una inmensa chapuza hacer un plan con partidas extraordinarias. que una vez utilizadas habrá que reponer con deuda o incluirlas en los Presupuestos. El gasto en Defensa tiene carácter estructural y no sirve un apaño improvisado como el actual.
En una economía que va como "un cohete", en palabras de Montero, con un crecimiento cercano al 3%, habrá que elevar el gasto en ese porcentaje cada año. La OTAN pide, además, aumentarlo 1,5 puntos adicionales, hasta el 2,7%, en lugar del 2%.
Otra flagrante violación de la ley es que el Gobierno se comprometa a un gasto tan relevante sin pasar por el Parlamento, al igual que hizo con el Presupuesto. El nuevo paquete no fue visto siquiera por la Comisión General de Secretarios y Subsecretarios de Estado, el órgano preceptivo que analiza los asuntos del Consejo de Ministros, ni por la Comisión Delegada para Asuntos Económicos. Produce sonrojo ajeno que Sánchez tenga que aprobar a hurtadillas de sus socios y del resto del arco parlamentario un plan que, según señaló en su presentación, representa una "oportunidad para la reindustrialización de la que podrán beneficiarse todas las comunidades autónomas", con un aumento de entre 0,4 y 0,7 puntos del PIB español y la creación de 36.000 empleos directos y 100.000 indirectos.
El motivo real es evitar a Sumar y Podemos, que habían amenazado con tumbarlo, aunque la vicepresidenta Yolanda Díaz fue informada con antelación. Sánchez se planteó la posibilidad de llevarlo al Consejo de Ministros, pero desistió para evitar la polémica. Una muestra de la fragilidad institucional, que como informa elEconomista.es tiene paralizados diez grandes proyectos de ley por falta de apoyo. Como en la película de Steven Spielberg, Salvad al soldado Ryan, el presidente es un superviviente excepcional, a costa de saltarse los preceptos legales y contables que debería haber respetado para elevar el gasto en defensa.
PD.- Ha pasado desadvertido. El grupo Global Alconaba negocia la compra de Prisa con Kretinsky, que fue vetado por Macron para comprar Le Monde por su cercanía a Putin. Choca el mutismo del Gobierno español, afín a este grupo de inversores, después de vetar a Magyar Vagon en Talgo por los mismos "motivos estratégicos".