
Preferencia europea, autonomía estratégica, tecnologías críticas…estos conceptos cobran fuerza últimamente frente a otros como competitividad, sostenibilidad, simplificación administrativa, colaboración público-privada o globalización. El cambiante e incierto contexto geopolítico mundial actual añade nuevos elementos al cóctel del que depende el futuro de la Unión Europea (UE), que esta pretende asegurar a través de la llamada Brújula de Competitividad Europea (EU Competitiveness Compass).
Esta iniciativa se apoya en tres pilares estratégicos: cerrar la brecha en innovación con relación a las grandes economías no europeas, avanzar en la descarbonización y reforzar la seguridad económica reduciendo la dependencia exterior.
Dentro de este último pilar, destaca la propuesta de revisión de las normas de contratación pública para dar entrada a los conceptos citados al inicio de este artículo. El objetivo es conseguir, antes de 2030, un despegue significativo de la Compra Pública de Innovación (CPI) para que llegue a suponer al menos un 20% del total de contratación pública en la UE -actualmente es menos del 10% y, en muchos Estados Miembros, menos del 5%-. Las cifras impresionan.
Barreras
Sin embargo, las barreras siguen siendo importantes. Un reciente informe de la Comisión Europea insiste, entre otros, en la necesidad de planes y presupuestos de CPI en todas las AAPP, flexibilizar y simplificar las normas de contratación, facilitar la contratación de pymes y startups, adjudicar según mejor relación calidad-precio y garantizar la cesión de Derechos de Propiedad a los contratistas. Recetas no nuevas, pero cada vez más urgentes.
Desde CTA ofrecemos asesoramiento y apoyo en procesos de CPI tanto a Administraciones y organismos públicos licitadores como a las empresas interesadas en concurrir. Ya hemos prestado servicios de asesoramiento en más de una quincena de procesos en áreas como vivienda, depuración de aguas, dependencia, tráfico, emergencias y vehículos no tripulados. Acumulamos una década de experiencia y hemos realizado una importante labor de concienciación y promoción de esta herramienta entre las administraciones públicas.
La CPI fortalece la autonomía estratégica de la UE frente a riesgos geopolíticos, espionaje o interrupciones en la cadena de suministro, permite acelerar soluciones a amenazas emergentes, fomenta la eficiencia del gasto público y puede ayudar a impulsar una industria europea más potente especializada en tecnología útil para la seguridad y defensa. Sin duda, es una potente herramienta de cooperación público-privada que seguiremos viendo ganar protagonismo en los próximos meses.