
El reciente rechazo del Congreso de los Diputados a la norma ómnibus ha encendido las alarmas en el sector de la movilidad eléctrica. Este bloqueo legislativo ha supuesto la interrupción de medidas esenciales como las ayudas del Plan MOVES III y la deducción del IRPF para la compra de vehículos eléctricos, que podían alcanzar hasta los 10.000 euros. Lejos de ser un punto final, el Gobierno se ha comprometido a desarrollar un nuevo plan de ayudas en las próximas semanas.
Tras el anuncio por parte del Gobierno, en diciembre pasado, de la ampliación de ayudas del MOVES III hasta junio de 2025, el mercado experimentó un notable crecimiento en enero. Según datos de la AEDIVE (Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica en España), las matriculaciones de vehículos eléctricos de batería aumentaron un 60%, los híbridos enchufables crecieron un 36%, y el canal de particulares duplicó sus registros. Sin embargo, la reprobación de la Ley Ómnibus el pasado 22 de enero provocó un parón casi total del mercado, o que subraya la necesidad de incentivos estables para impulsar la transición hacia la electromovilidad.
Si bien la situación actual puede generar preocupación, también nos brinda la posibilidad de mejorar el sistema de incentivos tal como estaba planteado hasta ahora. Una de las principales críticas al Plan MOVES III ha sido la lentitud en la entrega de las ayudas, que en algunos casos se han demorado hasta 20 meses, un plazo que desanima a los consumidores, especialmente frente al alto coste inicial de los vehículos eléctricos. Por eso, un nuevo plan con ayudas directas que lleguen al consumidor en el momento de la compra, entre otras medidas fiscales, marcaría un antes y un después en la transición hacia la movilidad eléctrica.
El vehículo eléctrico no solo representa un avance hacia una movilidad más sostenible, sino que también es una palanca clave para el crecimiento económico, la innovación tecnológica y la independencia energética de España. El país cuenta con una posición privilegiada para atraer inversión en toda la cadena de valor de la electromovilidad, desde la fabricación de vehículos y componentes hasta el desarrollo de puntos de carga, gigafactorías y plantas de reciclaje de baterías. Además, su capacidad para producir energía limpia y su acceso a materias primas estratégicas refuerzan su potencial como un actor competitivo en el sector. Considerando que España exporta el 90% de su producción automovilística a mercados que planean eliminar los motores de combustión entre 2035 y 2040, es fundamental fortalecer su industria y seguir avanzando en tecnologías que le permitan competir a nivel global. Acelerar la adopción del coche eléctrico también permitirá a los fabricantes cumplir con los límites de emisiones de CO?, evitando sanciones millonarias y consolidando su liderazgo en la transición hacia una movilidad más eficiente y limpia.
Ahora, tenemos por delante el desafío de desarrollar un nuevo plan, estructurado de manera más eficiente que el anterior, eliminando barreras burocráticas y ofreciendo incentivos ágiles y accesibles. Si logramos que las ayudas lleguen directamente al comprador en el momento de la adquisición del vehículo, estaremos dando un paso adelante hacia un modelo de movilidad más sostenible, accesible y alineado con las necesidades del ciudadano. Para alcanzar los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para 2030, que establece la meta de contar con cinco millones de vehículos eléctricos en circulación, es imprescindible un plan de incentivos adecuado, eficiente y atractivo para los consumidores. Sin esta estrategia, España podría enfrentar un retroceso similar al ocurrido en Alemania, donde la eliminación repentina de las ayudas en diciembre de 2023 provocó una caída del 27% en las ventas de coches eléctricos. Este precedente debería servirnos de advertencia sobre el impacto que tienen las decisiones en un mercado que necesita certidumbre y apoyo para avanzar.
No cabe duda de que el compromiso del Gobierno con un nuevo plan de incentivos representa toda una oportunidad para mejorar lo que hasta ahora no ha funcionado del todo bien. Si se diseña correctamente, España podría consolidarse como un referente en la transición hacia la movilidad eléctrica, impulsando la economía, la sostenibilidad y la confianza del consumidor en esta nueva era de la automoción.