Opinión

El enfoque holístico de un problema estructural: salvemos nuestra jubilación

Sistema de pensiones
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El sistema público de pensiones en España enfrenta un grave problema de sostenibilidad. El déficit contributivo supera los 60.000 millones de euros, según Fedea, evidenciando un desequilibrio entre aportaciones y gasto generado por el envejecimiento de la población y la baja natalidad, que han reducido la masa de trabajadores que cotizan, mientras que la mayor esperanza de vida prolonga el pago de prestaciones. Porque ahora ya no vale con cotizar 35 años. Ahora, además, tendremos que trabajar más tiempo para cobrar lo mismo. La realidad es esta: el sistema necesita ayuda y, sin medidas complementarias, depender solo del Estado supone un riesgo para el futuro de nuestras pensiones.

Más allá de las políticas públicas, es importante que la educación financiera juegue un papel clave en este cambio. Muchas personas no ahorran porque no son conscientes de su importancia hasta que es demasiado tarde. Por eso, tendríamos que impulsar un enfoque más amplio que incluya que desde el ámbito educativo e incluso de las propias empresas e instituciones públicas se fomente una mayor cultura del ahorro a lo largo de la vida laboral y un interés (o casi preocupación) por planificar financieramente nuestra jubilación. Solo así sería posible asegurarnos que, cuando llegue nuestro momento, contamos con todos los recursos necesarios para vivir cómodamente.

En este sentido, hasta ahora, el debate se ha centrado en aumentar impuestos o reducir prestaciones, cuando en realidad se necesita un enfoque más amplio porque las empresas, los ciudadanos y el sector financiero deben jugar un papel más activo en la construcción de un modelo de jubilación pública sostenible. Según el Observatorio Inverco, en 2023 había cerca de 7,3 millones de partícipe en planes de pensiones individuales, apenas un 15% de la población y, además, el volumen de aportaciones sigue siendo insuficiente. La falta de incentivos fiscales atractivos y la percepción de la jubilación como un problema lejano dificultan su consolidación como una solución efectiva cuando realmente pueden ser, en la actualidad, la única opción real que puede ayudarnos cuando nos toque jubilarnos.

Porque la insostenibilidad de las pensiones no es solo un desafío financiero, sino un problema estructural que requiere un enfoque holístico. No basta con ajustes en las cuentas públicas; es fundamental que el tejido productivo y la sociedad en su conjunto asuman un papel activo en la solución. Empresas, ciudadanos e instituciones deben colaborar en la creación de un modelo que combine el sistema público con mecanismos complementarios de ahorro. Pensemos en el IVA: cada vez que realizamos una compra, un porcentaje del gasto se destina automáticamente al Estado de forma automática. ¿Y si una parte de ese consumo también pudiera contribuir a nuestra jubilación? ¿Y si el consumidor pudiera decidir destinar una parte de su gasto diario a un plan de pensiones? ¿Y si los comercios pudieran aportar su granito de arena en este desafío? Porque un modelo donde el ahorro se integre en la economía diaria permitiría reforzar el sistema sin generar una carga extra para los ciudadanos.

La tecnología puede ser nuestro mejor aliado en este reto. La transformación digital ha demostrado que todo es posible, que las opciones que tenemos a la hora de integrar servicios comerciales o financieros en nuestro día a día son infinitas. Antes un ticket de compra era lo único que nos servía para devolver una prenda de ropa, por ejemplo. Los comercios detectaron que esto era un problema y propusieron una solución. Ahora, con nuestro número de teléfono pueden recuperar todo nuestro historial sin necesidad de llevar el documento original. También, han mejorado sus programas de fidelización con apps que ofrecen descuentos o puntos para canjear.

¿Y si trasladáramos esos programas de fidelización, que en ocasiones no tienen mucho interés para el cliente, en un programa de ahorro para la jubilación? Porque, con un sistema abocado a la crisis, los beneficios serían claros, como la atracción de clientes o aumento de ticket medio.

Este tipo de soluciones pueden convertirse en un complemento clave para el sistema de pensiones. Porque no se trata de sustituir el modelo actual, sino de dotarlo de mecanismos adicionales que lo complementen. Además, con el avance de la digitalización, estas herramientas pueden aplicarse de manera flexible, adaptándose a los hábitos de cada usuario y permitiendo una acumulación progresiva de recursos sin afectar su capacidad de consumo.

El reto de las pensiones no se resuelve con una única solución, sino con un enfoque más abierto y adaptado a la realidad actual. Explorar nuevas formas de ahorro y complementar el sistema es clave para que más personas lleguen a la jubilación con tranquilidad. El futuro no hay que esperarlo, hay que prepararlo.

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