Los datos del INE desvelan la notable subida de costes laborales que las empresas han afrontado desde 2018. Entonces, una compañía pagaba 30.880 euros para una nómina bruta promedio de 23.000 euros. En 2023, último dato disponible, la misma compañía abonada un total de 35.900 euros para un salario medio de 26.555 euros.
Estos datos reflejan que mientras el salario bruto ha crecido en nuestro país algo más de 3.500 euros, las cargas totales para las compañías lo han hecho en 5.900 euros. Esto refleja que las empresas abonan un 18,5% de costes laborales por el mismo sueldo. Esta variable está compuesta por la nómina bruta de los empleados más las cargas obligatorias que las empresas deben pagar a la Seguridad Social.
Por ello, la gran responsable de la brecha que existe entre el alza de los sueldos y la propia de los costes laborales reside en las cotizaciones sociales. Así lo demuestran también los propios datos de BBVA Research que indican que las cotizaciones han crecido un 28% en los últimos años.
Un aumento que responde a medidas adoptadas por el Gobierno en la última reforma de pensiones, donde se incluyeron cuotas nuevas, como el MEI, y se elevó de manera progresiva las bases máximas de cotización (destope). Todo ello ha elevado de manera notable el esfuerzo que trabajadores y, sobre todo, empresas realizan para elevar los ingresos de la Seguridad Social.
Un sacrificio que encarece la contratación, lo que frena la creación la creación de empleo. Pero que además es baldío con el objetivo de asegurar la sostenibilidad de las pensiones en un contexto de retiro progresivo de la generación del babyboom debido a que en la reforma no se incluyeron iniciativas para racionalizar el gasto.
