
La Innovación en sectores estratégicos como el energético y las energías renovables ha dejado de ser un ideal futurista para convertirse en una necesidad crucial que asegure el crecimiento y la adaptabilidad de las empresas frente a los retos actuales. En un contexto donde el cambio climático, la presión sobre los recursos naturales y la transición hacia una economía de bajas emisiones dominan las preocupaciones globales, avanzar en el desarrollo y adopción de soluciones energéticas es esencial para que empresas y países logren competitividad y resiliencia a largo plazo.
Las compañías españolas lo tienen claro, y es que como muestran los resultados del VI Barómetro Internacional de la Innovación, elaborado por Ayming, un 58% de las empresas del sector energético tiene previsto aumentar su presupuesto en Innovación el próximo año, y un 43% considera la Innovación como su principal prioridad. Este compromiso creciente refleja la urgencia de abordar los desafíos que están reconfigurando la economía global.
Uno de los retos más evidentes para la Industria es la reducción significativa de las emisiones de carbono. De hecho, según el Barómetro de Ayming, un 25% de las empresas de Energía considera la Sostenibilidad como una prioridad en sus estrategias de Innovación. Para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, que buscan limitar el aumento de la temperatura a menos de 2°C por encima de los niveles preindustriales, el mundo debe reducir sus emisiones a la mitad antes de 2030. Esta meta requiere de, entre otras cosas, una reestructuración de los sistemas energéticos, que dependen en gran medida de los combustibles fósiles. Además, el agotamiento de estos recursos y la volatilidad del mercado sujeto a la inestabilidad geopolítica obliga a buscar fuentes alternativas y sostenibles para reducir la dependencia exterior de recursos.
En este contexto, la Innovación energética, principalmente basada en el desarrollo tecnológico, surge no solo como una herramienta para mejorar la eficiencia o reducir costes, sino como una cuestión de seguridad estratégica que permite a las economías protegerse de estos riesgos y garantizar estabilidad, asegurando su sostenibilidad a largo plazo.
La Innovación en el sector energético proporciona además una serie de ventajas competitivas cruciales. En una era en la que consumidores, gobiernos y empresas están más comprometidos con la sostenibilidad, aquellas organizaciones que demuestran un compromiso serio con la transición energética obtienen un respaldo significativo de sus consumidores e inversores. La adopción de tecnologías limpias y el uso de energías renovables permite mejorar la imagen de marca, atraer a un creciente número de clientes fieles y captar inversores. En términos económicos, la eficiencia energética y el uso de energías limpias aportan beneficios significativos, aunque el sector energético y de las energías renovables también enfrenta desafíos considerables para desarrollar Innovación. Según datos del VI Barómetro Internacional de la Innovación de Ayming, los principales obstáculos internos para ello son los procesos ineficaces y burocracia, mencionados por un 58% de las empresas encuestadas, seguido de un enfoque a corto plazo y la presión por obtener resultados inmediatos, señalado por un 43%. La superación de estas barreras requiere un esfuerzo coordinado y estrategias bien definidas que permitan a las compañías priorizar la inversión en Innovación a largo plazo, así como definir procesos y metodologías ágiles basados en una cultura de la Innovación que permee en todas las capas de las compañías.
Los países y empresas que lideren la Innovación en este ámbito estarán en una posición de ventaja en la economía mundial. Es por ello por lo que la colaboración público-privada en este ámbito se torna más crítico si cabe que en otros sectores, puesto que un aspecto básico es el desarrollo de una infraestructura energética avanzada y diversificada que permita la distribución de estas energías.
Y es que para fomentar la Innovación en el sector energético es necesario una estrategia clara apoyada por unas políticas sólidas que incentiven tanto la inversión en tecnología como en el desarrollo de talento especializado, además de establecer un marco de incentivos fiscales y ayudas para aquellas empresas que inviertan en energías sostenibles: el sector privado aporta los recursos y conocimientos especializados, y por otro lado las instituciones públicas, políticas y regulaciones que desempeñan un papel fundamental en el fomento de la Innovación energética, así como el establecimiento de objetivos claros que hagan rentable y accesible la transición hacia modelos de bajas emisiones, asegurando que las regulaciones sean inclusivas y apoyen tanto a grandes corporaciones como a pequeñas empresas, garantizando una transición energética justa, sostenible económicamente y equilibrada.
En este contexto, es importante destacar que la principal fuente de financiación para el sector energético sigue siendo las deducciones fiscales, con un 50%, seguidas de las ayudas, que representan un 48%. Esta dependencia de las fuentes externas de financiación resalta la importancia de un entorno regulatorio favorable, que incentive estas inversiones y refuerce la transición hacia un futuro más sostenible y tecnológicamente avanzado.
En conclusión, la innovación energética es un componente estratégico esencial para abordar de manera eficaz los retos climáticos y de recursos, fortaleciendo la posición de las empresas españolas en una economía global que valora cada vez más el compromiso ambiental.
La transición hacia modelos energéticos de bajas emisiones no es solo un imperativo industrial y ambiental, sino también una estrategia para garantizar seguridad energética, reducir riesgos y aprovechar oportunidades en un mercado global cada vez más orientado hacia la sostenibilidad. A través de la colaboración entre el sector público y privado, el desarrollo de políticas sólidas y la inversión en talento y tecnología, el sector energético y España, pueden liderar una transformación que asegure el crecimiento económico y mejore nuestra posición competitiva en el tablero internacional.