Opinión

El 'dulce' envenado de la economía

  • Los indicadores están dopados por el gasto público y por los fondos europeos

Dice el refranero popular eso de "dime de qué presumes y te diré de qué careces". Dicho que muy bien podría aplicarse el sanchismo gobernante especialmente en la economía donde el gobierno de Sánchez se ha caracterizado por un desmedido gasto público, un déficit estructural, un intervencionismo perverso y unos impuestos asfixiantes que contaminan a la práctica totalidad de los indicadores.

Cierto que la mayoría de organismos confirman un crecimiento del PIB por encima del de nuestros socios europeos, pero también casi todos ellos explican que los hasta ahora buenos indicadores son consecuencia de una economía dopada por el gasto público y con un modelo de crecimiento basado en el turismo y la llegada de los fondos europeos, además de camuflada por el efecto estadístico que supone el haber sufrido la mayor caída durante la pandemia, lo que hace que se confunda recuperación con crecimiento.

Desmesura en el gasto que, como muestra el Instituto Juan de Mariana ha llevado a España a ser el tercer país de la Unión Europea con mayor déficit público entre 2018 y 2023, concretamente un 5,4% frente al 3,1% de la media comunitaria. Informe que constata también que los ingresos de las Administraciones se agotaron el 7 de diciembre por lo que todos los desembolsos hasta final de año se pagarán vía deuda, cuando el endeudamiento total de las administraciones públicas alcanzó 1,637 billones de euros a finales de septiembre y supera el 104% del PIB.

Desequilibrios que se producen a pesar de los máximos históricos en la recaudación fiscal que hasta octubre se situaba en torno a 20.000 millones de euros por encima de la de todo 2023. Y si es cierto que estamos por debajo en presión fiscal, que res la cantidad de dinero en concepto de tributos que los ciudadanos pagan en comparación con el producto interior bruto (PIB), lo que no cuentan desde el Ejecutivo es que en España tenemos el esfuerzo fiscal, que mide el porcentaje de impuestos que pagan los ciudadanos en relación con su renta per cápita, un 17,8% superior a la media de nuestros socios europeos y el más alto de la hoy. Hoy que un español medio dedica el 45% de sus ingresos a pagar impuestos lo que expertos fiscales califican de confiscatorio.

Fiscalidad abusiva que junto a la inseguridad jurídica y la rigidez laboral están generando rechazo entre los inversores lo que ha provocado que la inversión nacional no haya recuperado aún los niveles de 2018 y que la inversión extranjera en comparación con la llegada de Sánchez al Gobierno sea 15.410,86 millones de euros menor que hace seis años.

Disfunción que se traslada también al ámbito de los salarios donde el Gobierno presume de la subida del 5,3% del salario medio anual, hasta 23.981 euros, con datos de la Agencia Tributaria, ocultando que se trata de un dato engañoso porque en el salario medio computa tanto el de los trabajadores con salario mínimo como el de un presidente de empresa pública o un alto directivo de banca. El verdadero indicador del salario es el llamado salario más frecuente que se sitúa en 14.586 euros brutos anuales, sólo 500 euros por encima del salario mínimo y con un descenso de 3.917 euros en el último año.

Una caída que, añadida a la subida del 14% en la cesta de la compra sitúa a España entre los países con mayor pérdida de poder adquisitivo de la OCDE. En concreto nuestro poder adquisitivo es hoy un 4,7% inferior a la media de la UE y la capacidad de compra de los hogares españoles es un 5,6% inferior a la de 2008.

Y si de los salarios pasamos al empleo vemos que si de todas las personas que se inscriben en el SEPE restamos aquellas que están ocupadas, resulta que el total de personas registradas y que no estaban trabajando al cierre de noviembre se eleva a 3,8 millones de personas, 1.214.664 más que las que oficialmente se reconocen. Añadir a esto que en España existe 12,7 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión con datos del Consejo Económico con una tasa de pobreza infantil del 33%, la más alta del conjunto de la Unión Europea. Pues esto es lo que el ministro Bolaños define como que "España vive un momento dulce". Si; pero un dulce envenenado y, con estos mimbres, sin antídoto posible.

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