
España es uno de los países que más grava las ganancias de capital. De hecho, el tipo máximo de nuestro país, situado en el 28% para aquellos que obtienen más de 300.000 euros de beneficio con sus ahorros, solo es superado en Europa por seis estados y bate en casi diez puntos la media de la Unión.
Una diferencia que se ha ido agrandado en los últimos años, tras elevar el Ejecutivo dos veces este gravamen desde 2021. Estos incrementos unido sumados a las mayores ganancias obtenidas por los vientos de cola del mercado han permitido a Hacienda recaudar un 50% por el ahorro que en 2020.
En concreto, la cifra pasa de 2.606 millones de entonces a los 3.884 millones del pasado año. Pese a esta mejora, la voracidad recaudatoria de este Gobierno está lejos de frenarse. Lo demuestra el texto pactado en el borrador de la reforma fiscal entre PSOE y Sumar donde se incluye un incremento del tipo máximo hasta el 30% para los rendimientos superiores a 300.000 euros, 7 puntos más del porcentaje vigente hace solo 3 años. En caso de concretarse, lo que será difícil ante la falta de apoyos en el Congreso a la reforma fiscal, este nuevo incremento al ahorro volverá a castigar a los más pudientes, entre los que se encuentran altos cargos de grandes empresas. Con ello, las empresas lo tendrán mucho más complicado para captar y retener el talento de los directivos.
Pero también se ahuyentará a los inversores que no dudarán en llevarse su dinero a otros países fiscalmente más amables. Por último, elevar el castigo a aquellas personas que tienen más recursos para gastar también constituye un freno para el consumo y para la actividad económica. Una serie de graves perjuicios que no bastan para que el Ejecutivo deje de esquilmar a los mal llamados ricos.