
A estas alturas del partido nadie reniega del cambio social que tenemos en ciernes… Mutación de paradigmas… Necesidades y prioridades han evolucionado. Cambios que se extienden desde el consumo, al trabajo y las empresas no escapamos a ello.
Mencionamos, a diario, la necesidad de mejorar nuestra competitividad. Las empresas tenemos que competir en todos los ámbitos: captación y fidelización de clientes, colaboradores, y proveedores con un propósito: crear valor para accionistas, trabajadores y sociedad en general.
Europa representa un 5% de la población mundial. Nos hemos acostumbrado a un modelo social, político y económico, con excesiva presencia estatal y un estado del bienestar que nos ha "relajado" en exceso… Ya lo decía mi abuelo Carlos, "el relajo es el enemigo del progreso". Centrados en nuestros "problemas de ricos" obviamos que, mientras estábamos distraídos en "cambiar el mundo", otros trabajaban en mejorar y crecer.
Anestesiados por este "bienestar" nos hemos endeudado, dejando de crear los recursos para sufragarlo, dejando de ser competitivos… Pero… ¿qué es ser competitivos? Generar una propuesta de valor que haga al cliente, optar por nuestra oferta. Esto que parece tan sencillo, no lo es.
España es un país en donde el número de empresas que facturan más de diez millones no llega al 1%. Tenemos un problema de tamaño que, algunas empresas subsanamos mediante colaboraciones directas o asociacionismo. Lo cierto es que nos faltan recursos para invertir en tecnología, innovación y talento. No podemos seguir con un modelo de negocio basado en sueldos bajos ya que, nuestros costes, nos hacen equipararnos con el resto del continente.
La competitividad es la consecuencia de tres elementos básicos: producto atractivo, gestión eficiente y relación calidad-precio correcta.
Producto: hemos de entender que, si es un bien industrial, deberá tener buena funcionalidad, aportándole valores a nuestro cliente tales como prestaciones, eficiencia, innovación… todo esto permitiéndole añadir valor a su oferta. En productos de consumo, los drivers asociados pueden estar más vinculados a sabores, sensaciones o diseño…
Gestión eficiente implica, la conjunción de talento, tecnología y desarrollo, para que el valor añadido permita generar más recursos para seguir innovando y desarrollando nuevos productos y nuestras organizaciones. Todo ello, generando riqueza y puestos de trabajo de forma sostenible, tanto para el medio ambiente, como para la economía, aportando recursos a la sociedad del bienestar.
Relación calidad-precio… nuestra oferta ha de ser a un precio "competitivo". Pero esto no implica que tenga que ser "el más bajo"… No podemos obviar conceptos como "valor percibido" o "valor aportado". El primero habla de que el cliente esté dispuesto a pagar más por diseño, prestación… que le "aporta algo" frente a la oferta del mercado. El segundo, más frecuente en los mercados industriales, el cliente obtiene un elemento que le permite incrementar valor a su propio producto, mayor margen, o sencillamente diferenciarse.
Administraciones, agentes sociales y patronales deben trabajar un plan y bien aligerar la presión normativa o bien implementar barreras que obliguen a su cumplimiento en origen. Barreras para comprar tiempo… Tiempo que nos permita invertir en eficiencia, conocimiento y talento. Tiempo que nos haga fundir la experiencia de los mayores de cincuenta, con los conocimientos y los nuevos paradigmas de los jóvenes, con remuneraciones que permitan motivar a éstos a esforzarse en dar un valor real a la oferta industrial local.
En esto hemos de invertir los Fondos Europeos, en impulsar y desarrollar las necesidades reales de nuestro tejido industrial. Es la industria la que arraiga capitales y talento, la que vertebra territorios y la que genera un mayor valor añadido. El aporte de su industria al PIB de un país es clave para mejorar ratios, estadísticas y aportar recursos al estado del bienestar, al desarrollo de infraestructuras, educación, sanidad… Hemos de simplificar la gestión de estas ayudas y agilizar su camino hasta las empresas: hoy es un quebradero de cabeza para una pyme media española.
Competitividad es la capacidad de hacer que nuestro modelo social sea sostenible y permita tender a la excelencia. Hacemos como que no pasa nada, cual escena de "Titanic", jactándonos de macro cifras que esconden una preocupante realidad en el tejido industrial europeo. ¿Seguimos como si no pasase nada?