
Nadie puede adivinar cuánto tiempo permanecerá Sánchez en el Gobierno y él tampoco lo sabe. En cualquier caso, el daño que este hombre y sus lacayos han hecho tanto a la política nacional como al PSOE va a ser difícil de reparar cuando él deje La Moncloa. Lo que sí se sabe es que tratará de prolongar su permanencia en el poder de cualquier manera y que su salida será tormentosa. Y aunque él piense que va a durar eternamente, la realidad es que ya estamos viendo lo que bien podría llamarse tardosanchismo. A este propósito, el analista Ignacio Varela ha escrito lo siguiente:
"Dure lo que dure, el tardosanchismo está siendo más obsceno y mugriento que cualquier otro período anterior desde que Sánchez conquistó el poder en su partido. Abandonado por completo el cuidado de las formas, en el espacio orgánico del PSOE las odas al renovado poder de las bases militantes han dado paso a una indisimulada autarquía interna donde solo rige la ley del capricho del secretario general. Y desde aquel equipo inicial hemos transitado a la partida de jabalíes políticos mal avenidos, la mayoría de ellos desconocidos (lo que en algunos casos es una suerte para ellos y ellas) que hoy se sientan en el Consejo de Ministros y ocupan la mayor parte de su tiempo en distinguirse ante el jefe no por la eficacia de su gestión, sino por la ferocidad de sus cornadas".
Muchos piensan que cuando Sánchez desaparezca de la política aparecerá en el PSOE gente sensata que va a restablecer el sentido de la vieja política y los destrozos provocados en el sistema constitucional serán reparados fácilmente, pero estas ideas optimistas no van a ser fáciles de llevar a cabo. Y el daño producido por el sanchismo dentro del PSOE será difícil de reparar, pues la contaminación ideológica y las prácticas puestas en marcha no van a encontrar gente dentro de ese partido que sea capaz de hacerse primero con los mandos y luego con los apoyos capaces de volver al viejo camino socialdemócrata y anti nacionalista. Así lo ve Varela:
"Interpretar torcidamente la Constitución para comprar votos en el Congreso o simplemente desacatarla cuando cumplirla incomoda. Tratar el Código Penal como un juguete de goma para dar gusto a los aliados políticos es incorporar las fuerzas antisistema a la dirección del Estado… y así hasta la náusea. Una vez abierto el melón de la arbitrariedad, ¿por qué ha de ser privativo de Sánchez?"
Haré un pequeño repaso no exhaustivo: las ruedas de prensa en La Moncloa son mítines dedicados a maltratar al adversario, y el "y tú más" se ha hecho allí permanente. La TVE se ha convertido en una producción de propaganda pro sanchista y el CIS es una mina de mentiras electoralistas. ¿Y qué decir de la presidencia del Congreso? Pues que se ha transformado en una terminal del partido sanchista, y el Ministerio de Justicia en una máquina de machacar jueces. Por no hablar del Fiscal General, un muñeco a las órdenes de Sánchez. Mientras, las comunidades autónomas se siguen financiando con un sistema viejo y oscuro de la época de Zapatero. Se trata de un Gobierno que, en fin, ha hecho de la mentira su principal alimento.