
La oferta publica de adquisición (OPA) hostil lanzada por el BBVA al Banco de Sabadell, comienza a descarrilar. Y es que a pesar de que se preveía una operación muy corta en el tiempo, no más allá de 2024 y que contaba con el respaldo del 95% de los accionistas del BBVA, y con la luz verde del Banco Central Europeo, requisito indispensable para autorizar la operación, han trascurrido cuatro meses desde su presentación y podemos afirmar que una serie de escollos pueden llevar al traste la operación. Así de claro lo ha manifestado recientemente en este diario en el que escribo el consejero delegado del Banco de Sabadell, César González-Bueno.
No les estoy hablando de la oposición mostrada por el gobierno a la fusión entre los dos bancos por la perdida de la oferta bancaría que representaría, al fin y al cabo, el gobierno no puede frenar la OPA, sino que me estoy refiriendo a la CNMV, organismo que tiene que autorizar la fusión. En este sentido BBVA ha informado a la CNMV y a la SEC (United States Securities and Exchange Commission), de los costes y sinergias que tendrá la operación una vez realizada la fusión, pero el banco vasco no ha facilitado información de lo que ocurriría si esa fusión no se produce. Alegan que el Sabadell no ha facilitado la información, pero piense el lector que al tratarse de una OPA "hostil" difícilmente la obtendrá. El resultado es que tanto el accionista de Banco Sabadell, como el del BBVA, desconocen los costes de una operación sin fusión lo que les hace ir a ciegas. Seguro que la CNMV pondrá luz al asunto, pero supondrá alargar más la OPA.
A la incógnita de la no fusión se une el veredicto de la Comisión Nacional de la Competencia (CNMC) que debe pronunciarse sobre los segmentos y las zonas geográficas donde BBVA y Sabadell se solapan. Aunque Carlos Torres preveía una rápida resolución, lo cierto es que, además del solapamiento en determinadas áreas geográficas, la cuota en el mercado de financiación de pymes de los dos bancos en su conjunto supera con creces los límites razonables de la competencia. Es decir, muy difícilmente la CNMC dará luz verde a la operación sin fijar determinadas condiciones (desinversiones, venta de carteras, etc.), lo que de nuevo retrasará la OPA. Hay que tener en cuenta, que la consolidación bancaria puede llevar a una menor competencia en el sector y los clientes podrían enfrentarse a menos opciones y menos incentivos por parte de los bancos para ofrecer mejores términos y servicios. En este sentido, el nivel de concentración bancaria en España es muy alto si lo comparamos con otras economías de la UE. Según datos del BCE, el índice de Herfindal-Hirshman (IHH) indicador que determina el nivel de concentración y cambios en los mercados, alcanzó la cifra de 1.331 en 2023 para activos totales, un valor superior al de los países de nuestro entorno, por lo que esta operación elevaría el índice situándolo en una zona de riesgo, que se traduciría no solo en menos opciones para los consumidores, sino que en condiciones más desfavorables.
En BBVA existía la esperanza de que la CNMV autorizase el folleto de la OPA sin tener que esperar a la resolución de la CNMC, pero eso es condenar al accionista del Sabadell a tomar una decisión sobre el canje de sus acciones sin información de las desinversiones fijadas por competencia y sin conocimiento sobre la no fusión de las dos entidades. Una temeridad.
El mercado ha reaccionado a las incógnitas de la operación castigando a BBVA. La oferta económica realizada en mayo, no solo no ha sido mejorada, sino que ha empeorado. Con el paso de las semanas y la evolución de la cotización de la acción de BBVA, el canje de acciones ofrecido por la entidad vasca (una acción por 4,83 acciones del Sabadell) supone que todos los accionistas del Sabadell percibirían por sus títulos 10.000 millones de euros en vez de los 12.000 millones que Torres prometió en mayo, esto es 2.000 millones menos, lo que se traduce en que cada accionista del Sabadell percibirá un 16,6% menos por cada una de sus acciones. Ante esta perdida de valor, no es descabellado pensar que si BBVA quisiera mantener su oferta debería mejorar su precio al menos en ese 16,6%. Si analizamos la cotización actual, la valoración de BBVA tras la integración sería igual a la que tenia antes de absorber a Banco Sabadell. Es decir, BBVA destruye la totalidad del valor de la entidad integrada. Hablando en plata, en vez de crear valor como se anunció se ha destruido. Vamos los que se llama hacer un pan como unas tortas.