El pacto del PSC y ERC que ha llevado a Salvador Illa a la presidencia de Cataluña ha disparado las mentiras y la charlatanería que salen de las filas del sanchismo, siendo el valedor de ese pacto. Un acuerdo que no sólo es un nuevo concierto como el vasco y que va a dejar al resto de comunidades autónomas con los bolsillos vacíos sino que –y para mí es lo más grave- va a sacar al Estado de Cataluña. Los funcionarios de la Agencia Tributaria saldrán de allí, pues todos los impuestos estatales -directos como el IRPF e indirectos como el IVA- pasarán a manos de la Generalidad, que negociará anualmente un cupo tipo vasco para pagar los servicios que el Estado presta en Cataluña. A ese ritmo desaparecerán de allí: Policía Nacional, Guardia Civil y Ejército, y lo que quede de la Seguridad Social. De esta última nada se ha dicho, pero me temo que también se otorgará a Cataluña la gestión de las pensiones (Sánchez se la acaba de entregar al Gobierno vasco) pero eso sí, los crecientes déficits que las pensiones producen allí nos los tragaremos el resto de los españoles, como ya ocurre con el País Vasco.
Ante este impresentable acuerdo con los separatistas catalanes se han oído voces socialistas en al menos nueve federaciones. En Castilla-La Mancha y en Aragón con contundencia, pero también en Extremadura y, sotto voce, en Asturias: "Si todas las comunidades autónomas hiciéramos lo mismo el Estado desaparecería". Una verdad evidente que denunció el sábado 7 de septiembre, José Alfonso Ruiz Molina (consejero de Hacienda en Castilla-La Mancha) y ese mismo día su jefe, Emiliano García Page denunció el acuerdo con ERC tanto en público como en el Comité Federal.
Ruiz Molina aseguraba que el acuerdo no prosperará porque "no tiene encaje constitucional y no sé si el Gobierno dispone de la mayoría necesaria en el Congreso". Esperamos a ver qué es lo que esta vez se inventa Sánchez.
Ocurra lo que ocurra con ese nefasto pacto, escuché por televisión a Sánchez defendiéndolo y prometiendo dinero para todos en un chorro ininterrumpido de falacias propias de un mentiroso compulsivo como lo es él. No es el único, pues la mayor parte de los ministros y todas las ministras se presentan como personas informadas y no son otra cosa que impostores y farsantes.
Y me pregunto: ¿la gente que le sigue votando se cree estas patrañas? Quisiera pensar que no le creen, pero a este propósito citaré a Harry G. Frankfurt:
"Hoy muchos posmodernos piensan que lo que una persona considera verdadero puede ser simplemente su punto de vista individual o está determinado por lo que la persona está obligada a considerar verdadero en virtud de diversas, complejas e ineludibles presiones sociales".
Con estas palabras y sin él saberlo, este pensador norteamericano ha retratado a los seguidores de Sánchez. Y es que entre los electores españoles existe un gran número de ellos para los cuales la verdad importa un rábano, pues –en palabras de Frankfurt- "niegan con gran energía y convencimiento que la verdad responda a algún tipo de realidad objetiva. En consecuencia, niegan también que la verdad merezca alguna deferencia o respeto".
