Tras estar callado durante una semana, después de haber firmado un pacto con ERC y a la espera de que las bases de Esquerra lo aprobaran, al fin Salvador Illa abrió la boca para decir: "Mi compromiso y el del PSC es cumplir íntegramente lo acuerdos con ERC y los Comuns". Acuerdos que cuentan con el beneplácito de Pedro Sánchez. Pero ¿qué dicen los acuerdos?
Las partes se han comprometido a resolver el "prolongado conflicto político" mediante un amplio consenso en la sociedad catalana sobre su futuro, apostando por el diálogo y la negociación con el Estado para alcanzar un acuerdo refrendado por la ciudadanía (de aquel territorio).
El acuerdo contempla la creación de un sistema de financiación singular que permita a Cataluña avanzar hacia la plena soberanía fiscal, estableciendo una relación bilateral con el Estado para ejecutar la recaudación, gestión y liquidación de todos los impuestos. Lo cual choca de frente contra el artículo 138 de la Constitución, pero eso poco importa si tenemos colonizado el Tribunal Constitucional.
Otra perla del citado acuerdo: "Se culminará la creación del Cuerpo de Acción Exterior y se establecerá un plan para implantar sus funcionarios y funcionarias en todos los departamentos". Además, se consolidará y ampliará la red actual, con especial atención a América Latina, Asia y África. También el acuerdo dice que se promoverá la participación de la Generalitat de Cataluña en organismos y agencias internacionales como la ONU, UNESCO, OMS, Europol, UNRWA, FAO y OCDE. Lo cual choca de frente contra los artículos 97 y 149 de la Constitución pero, ya lo sabemos, eso poco importa.
Por otro lado, el acuerdo amplía el cuerpo de los Mossos de Esquadra hasta 22.000 funcionarios más, lo cual implica -sin decirlo- echar de Cataluña a la Guardia Civil y a la Policía Nacional. El acuerdo también implica que Cataluña se quedará con la Autoridad Aeroportuaria.
En el acuerdo se habla también de reformar la Ley Orgánica de Financiación Autonómica (LOFCA) y las leyes de cesión de impuestos. Y habría que añadir la modificación de la Constitución para pasar al régimen foral sin la protección de la disposición adicional segunda de la Constitución. Dicho con otras palabras: estamos ante otro ataque contra nuestra Constitución y otras normas que han tenido como fin hasta ahora la convivencia pacífica de los españoles para dar paso a los deseos de quienes odian a España y a los españoles.
Bien es verdad que estos deseos han de pasar por las Cortes y hoy no está claro que Sánchez pueda contar con los 176 diputados necesarios para seguir destruyendo la Constitución. Estamos ante un salto cuantitativo y cualitativo de las normas constitucionales que de prosperar en el Congreso lo harán de la mano de los partidos separatistas contrarios a nuestra convivencia. Resumiendo: el acuerdo, de llevarse a cabo, significaría la desaparición del Estado en Cataluña, y poco importa que ello choque de frente con la Constitución si lo que se consigue es poner a uno de los nuestros al frente de la Generalidad y que Sánchez duerma en La Moncloa algunas noches más.