Opinión

Escrivá: el gobernador gobernado

  • En democracia nunca un ministro ha salido directamente del gobierno al Banco de España

Fracasado aparentemente en su intento de asaltar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el Tribunal Supremo con la elección de Isabel Perelló, Sánchez puso sus ojos de presa en el Banco de España y manu militari impone a José Luis Escrivá como nuevo gobernador del supervisor bancario.

Designación, que agudiza la estrategia de colonización de las instituciones del gobierno, que rompe la política de consenso con la oposición que tradicionalmente ha presidido este nombramiento y que ha sido recibido con desconfianza y serias reticencias por la mayoría del sector financiero. Vulnerando, además, una práctica habitual desde la Transición. Nunca en democracia un ministro ha salido directamente del gobierno al Banco de España. El último en hacerlo fue Mariano Rubio en 1965 y le nombró Franco. ¿Coincidencia o concordancia?

Cierto que podría considerarse como precedente el nombramiento de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, durante el gobierno de Rodríguez Zapatero. Pero MAFO no era ministro sino secretario de Estado y cuyo mandato es recordado por la crisis que casi revienta el sistema financiero nacional y terminó con el rescate bancario.

El problema de José Luis Escrivá es que por mucho currículum que tenga, que lo tiene; por mucha capacitación técnica y competencia que se le suponga, que se le supone, su trayectoria profesional y personal ha quedado empañada por sus siete años de gobierno. Siete años de sumisión a los caprichos y desvaríos económicos de su amo y siete años de complicidad con la manipulación y el enmascaramiento de la realidad de una economía que está entrando en lo que se denomina recesión silenciosa, que se sitúa entre las más endeudadas del mundo, que lidera el desempleo de la UE y donde los españoles cada día somos más pobres, pagamos más impuestos y tenemos peores servicios. Por eso y para eso ha sido nombrado, para ser un gobernador gobernado desde La Moncloa.

Un gobernador Escrivá que como ministro pasará a la pequeña historia económica española como el hacedor de una reforma del sistema de pensiones, criticada y denostada no sólo por la institución en la que ahora aterriza, sino por prácticamente la totalidad de los analistas y organizaciones internacionales, desde la Comisión Europea hasta el Instituto de Actuarios Españoles, pasando por las organizaciones empresariales y los servicios de estudios públicos y privados. Coincidiendo todos ellos en que lejos de mejorar la salud financiera del modelo español de pensiones supone un empeoramiento de la sostenibilidad financiera del sistema y que ha llevado a la Seguridad Social al borde de la quiebra con un déficit de 24.147 millones de euros en el pago de las pensiones contributivas, sólo en los seis primeros meses de este año.

Destacable, además, es la flagrante contradicción, una más, del presidente y del gobierno exigiendo una mujer para presidir el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) mientras rechazan para el Banco de España a Margarita Delgado, actual subgobernadora, con amplia experiencia, capacitación y profesionalidad para haber sido elegida, que contaba además con todas las bendiciones del sector financiero, pero que ha sido nuevamente relegada por un grave pecado a los ojos de Sánchez y el sanchismo, su independencia.

En fin, que Pedro ya tiene su gobernador, que Escrivá recibe el premio a los servicios prestados y todo indica que con la consigna de seguir prestándolos. Pero pese a todo, habrá que darle los cien días de confianza, aunque los precedentes y las formas de su nombramiento no invitan precisamente a la esperanza.

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