Opinión

Matar al turismo con pistolas de agua

  • La masificación plantea un futuro del sector con más calidad y no tanta cantidad
  • Ayuntamientos y empresarios deben diseñar una 'hoja de ruta' que priorice a la población local

Desde el 20 de abril en el que miles de manifestantes salieron a las calles en las Islas Canarias, los medios de comunicación europeos han prestado atención a las diferentes protestas contra el exceso de turismo que han tenido lugar en otros lugares como Mallorca. Como es lógico fue en Gran Bretaña y Alemania, el origen del que procede la mayoría de los turistas extranjeros que visitan esos lugares, en donde mayor atención se prestó al asunto. En general, con la excepción de los tabloides, eran comprensivos con los problemas de la población local que sufre escasez de alojamientos a precios asequibles por el exceso de viviendas de uso turístico y sufre el deterioro del medio ambiente.

Las consecuencias en las corrientes turísticas han sido nulas. Sin embargo, todo ha cambiado simplemente porque unas jóvenes descerebradas no tuvieron mejor idea que regar con pistolas de agua a unos turistas sentados en una cafetería mientras pasaban con la manifestación de la que formaban parte.

Los turistas no parecieron irritados sino más bien divertidos, como si fuera una experiencia más que poder contar a la vuelta. Pero Barcelona es una de las ciudades de mayor renombre en todo el mundo y la noticia tuvo cobertura mundial . El New York Times la recogió inmediatamente , incluso con un vídeo en la edición digital. Los medios no parecían tan divertidos como los afectados.

En España la información se ha publicado, pero sin alarmismo. Lo ocurrido hasta entonces iba en contra del exceso de turismo, lo que pasó en Barcelona parecía ir contra el turismo: era turismofobia. ¿Quién hubiera pensado que unas modestas pistolas de agua pudieran hacer tanto daño?

Como de la necesidad hay que hacer virtud todos los agentes de este inmenso tinglado que es el turismo en España han entendido que no se puede seguir haciendo oídos sordos a las reclamaciones de las poblaciones locales en los lugares más tensionados por el exceso de turismo.

Administraciones públicas, medios de comunicación y organizaciones patronales han empezado a plantear que el turismo tiene unos límites y se han puesto de acuerdo en algo: hay que pasar de más turismo a mejor turismo.

Los problemas de un crecimiento ilimitado en ciertos municipios y en determinadas épocas del año son claros. Deseamos que el número de turistas no crezca o lo haga moderadamente, pero que gasten más, es decir, queremos lo que algunos califican de turismo de calidad. Como todos los destinos del ancho mundo. Pero las autoridades no pueden resistir la tentación de medir el éxito en número de visitantes.

El propio ministro del ramo, buen conocedor del asunto volvió recientemente a dar la matraca, al presentar los resultados hasta finales de junio y las previsiones para el verano, que auguran un crecimiento aparentemente excesivo.

El lobby turístico Exceltur, que representa a grandes empresas del sector, siempre al loro, se ha posicionado sobre este asunto a través de su iniciativa Turismo Bien que propone una serie de actuaciones. Pretende conseguir "avances y prácticas que ayuden a lograr un turismo más sostenible, con mayor valor añadido y más cercano a los anhelos de los ciudadanos. Todo ello a través del consenso, tras la reflexión conjunta publico privada".

Las de las pistolas de agua, que seguro que están de acuerdo con las premisas, no están interesadas en un consenso que no les va a ayudar a mantener su tradicional forma de vida y acceso a la vivienda a precios razonables. Saben bien que no van a conseguir sus objetivos a pesar de la teórica buena voluntad del Ayuntamiento de Barcelona que ha elevado notablemente el impuesto de alojamiento y ha puesto en marcha severas restricciones a las viviendas de alquiler turístico. Es probable que estén pensando en tomar otras medidas, visto el éxito obtenido.

Con un coste mínimo han conseguido en unos segundos más espacio informativo que los movimientos vecinales en años. El temor a ser rociados con agua no va a convencer a los potenciales turistas para que se olviden de la Sagrada Familia. Al contrario, los muchos seguidores del "turismo de riesgo" han encontrado en Barcelona un nuevo destino. Otros, sin embargo, saben muy bien que esto puede ser solo el comienzo y que a los escasos propietarios de pistolas de agua se pueden ir añadiendo más vecinos realmente cabreados y dispuestos a tomar medidas más radicales. El ayuntamiento y los empresarios tienen trabajo para diseñar una hoja de ruta que "recoja las aspiraciones de la población local" antes de que la "lucha armada" con pistolas de agua contra los visitantes extranjeros se generalice, aunque no hay que descartar que algunos turistas americanos vengan armados o adquieran aquí sus pistolas de agua , los "combates se generalicen y Barcelona se convierta en la capital mundial de la guerra de las water guns. En ese caso a las descerebradas les habrá salido el tiro por la culata o a lo mejor no, porque no eran descerebradas sino agents provocateurs.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky