La pasada semana el Gobierno sufrió una nueva derrota en el Congreso (y van unas cuantas en sólo un año de legislatura) tras la decisión de Junts en tumbar los objetivos de estabilidad fiscal propuestos por Hacienda.
La formación de Carles Puigdemont argumentó su decisión en el déficit de ejecución presupuestaria de Cataluña. Pero era obvio que con la negativa, el político fugado desde 2017 envió un nítido mensaje a Pedro Sánchez recordándole que la legislatura depende de él, y que si no vuelve a ser presidente de Cataluña puede acabar con el Gobierno.
La cercanía de un acuerdo entre PSC y ERC para investir a Salvador Illa ha frustrado esta aspiración de Puigdemont de volver a ser President. De ahí que haya ordenado a los suyos pasarse a la oposición. La primera escenificación de este cambio se comprobó al rechazar Junts la senda de déficit y frenar así la elaboración de los Presupuestos. Pero Puigdemont tiene previsto ir mucho más allá.
Tanto es así que planea presentar una enmienda a la totalidad de las cuentas públicas si Sánchez gobierna en Cataluña con ERC. Aunque contar con su apoyo ya ha costado la ley de amnistía, entre otras cosas, este cambio de posición de Junts casi da por sentenciada la legislatura, ya que ahonda en la alarmante fragilidad parlamentaria del Gobierno.
Una debilidad que ya le ha impedido al Ejecutivo sacar adelante los presupuestos de este año. Los próximos días van a ser clave para conocer el devenir legislativo. Si Illa logra formar gobierno con ERC la oposición de Junts va a ser implacable. Aunque eso no quiere decir que haya elecciones, es algo que Sánchez no se puede permitir en este momento. Todo apunta a un gobierno frágil y una legislatura al ralentí.
