
Que la Inteligencia Artificial es un concepto transversal no se le escapa a nadie. Que a casi todo se le puede añadir una capa de IA, todos coinciden. Y que lo que la IA hoy hace más rápido y mejor, mañana se hará aún más rápido y aún mejor, nadie lo duda.
Pero si hablamos de la llamada Inteligencia Artificial General, que, según parece, aún no está entre nosotros, aún es posible reflexionar con cierta calma.
El debate es muy simple: ¿estamos realmente al borde de un avance que iguale o supere la inteligencia humana en todos los aspectos, o es simplemente un sueño aún lejano?
¿Qué es la AGI (Inteligencia Artificial General)?
De manera muy general, se podría definir como un tipo de sistema automático que puede ejecutar con éxito cualquier tarea intelectual que el ser humano es capaz de realizar. Eso incluye la capacidad de razonar y comunicarse incluso en situaciones inciertas, todo ello a partir de un aprendizaje y entrenamiento. Un aprendizaje, una comprensión, una ejecución, etc., parecida a como lo hacemos los humanos. Y flexible y adaptativa. Un concepto que genera controversia a la vez que una evidente fascinación que roza la ciencia ficción.
¿Es viable actualmente la AGI?
En la actualidad, los sorprendentes progresos del archiconocido Chat GPT y similares (englobados dentro de otro concepto, la Inteligencia Artificial Generativa) han llegado a un nivel en el que sus capacidades para generar texto e imágenes, mantener conversaciones coherentes y realizar tareas complejas superan en muchos aspectos las capacidades humanas. Pero estos modelos carecen, por poner un ejemplo, de la flexibilidad que se le supone a la AGI. Parece, pues, que viable lo es. Pero como decía un conocido ex-político, "están trabajando en ello".
¿Y está cerca?
Las opiniones son de todos los colores y gamas, y matices, que uno pueda imaginar. Será pronto, será tarde... ¿no será? Todo es posible. Del lado de los que rebosan optimismo, un hecho es innegable: los grandes del sector, como OpenAI (creador de Chat GPT), están invirtiendo ingentes recursos en la investigación de esta AGI. Por algo será.
En el "lado oscuro" de la AGI, el escepticismo manda. Conceptos como abstracción, complejidad, emoción y, como no, consciencia no son replicables, dicen. O eso dicen ahora, en julio de 2024.
¡¿Cómo replicar la mente humana si apenas conocemos su funcionamiento?! Razón no les falta.
Soñar es gratis, ¿y si llegara la AGI?
Si eso sucede, las implicaciones a todos los niveles son difíciles de evaluar. Desde el optimismo de una revolución en todos los procesos de casi todas las industrias y sectores, a nivel de eficiencia, optimización, ahorro de costes y demás variables, al catastrofismo de la desigualdad extrema, pérdida de empleo, mayor concentración de riqueza y control, etc.
Simplificando, llegarán cosas buenas. Muy buenas. Pero beneficiarán a los de siempre.
Llegue o no, hay que ser optimistas.
Es posible que nadie pueda afirmar si llegará la AGI tal como ahora la definimos. Pero el concepto del que emana, la Inteligencia Artificial, está trayendo cambios a un ritmo nunca antes visto.
Una cosa es cierta: empresas y gobiernos (y las personas, claro) deben estar preparados.
Una tecnología cuya capacidad es y será tan grande que solo la ética acompañada de la ley podrán ponerla en su lugar, gestionar los riesgos, minimizar las desigualdades que sin duda generará y evitar que descarrile.
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