Opinión

Contra los coches eléctricos

  • Carece de sentido que la Comisión cargue la mano contra los vehículos chinos de este tipo

La UE apuesta por el coche eléctrico de la mano de los neo ecologistas, que a menudo se muestran amigos de la naturaleza pero enemigos de la humanidad. Por su parte, el Gobierno de España ha presentado un plan con el cual en 2030 deberían circular 5,5 millones de coches eléctricos, es decir aquellos que estén equipados con batería como a los híbridos enchufables. La cuota de mercado de los coches eléctricos debería subir desde el 12% hasta el 74%. No parece que eso vaya a ser posible. De entrada, en 2024 las ventas son inferiores a las de los mismos meses de 2023. A lo largo de 2023 se matricularon 949.359 turismos, de estos sólo un 12% eran eléctricos.

La patronal de los fabricantes de coches en Europa dio a conocer las cifras de matriculaciones de los cinco primeros meses del año 2024: 4,6 millones de unidades, con un crecimiento del 4,6% respecto al mismo periodo de 2023. ¿Y qué fue de los eléctricos? Pues en 2024, su tasa de crecimiento es de solo el 2%. Es decir, menos de la mitad de lo que crece la demanda global. Y como consecuencia de ello, su parte del pastel se ha reducido desde el 12,3% de hace un año, al 12,1% actual. Un frenazo que no estaba previsto en ninguna agenda y menos en la de los políticos.

Hace unos días, Carlos Tavares, el consejero delegado de Stellantis, advertía que su grupo podría ralentizar e incluso cancelar alguno de sus proyectos relacionados con la electrificación si la demanda de estos vehículos no es la adecuada: "No utilizaremos el dinero de nuestros accionistas en algo que los clientes no quieren". Por otra parte, Volkswagen dijo el pasado otoño que retrasaría, por los mismos motivos, otra instalación de este tipo en Europa del Este. Y más contundente fue Ford, quien en noviembre de 2023 decidió aplazar cualquier decisión relacionada con nuevos proyectos de electrificación.

Por eso, los fabricantes están demandando otorgar más incentivos económicos y fiscales a la adquisición de vehículos eléctricos y electrificados para poder amortizar las grandes inversiones que han hecho y están haciendo en este campo. Lo que carece de sentido es cargar la mano contra los eléctricos chinos, política que rebotará en contra de nuestros jamones.

Y es que en Europa no hay gran demanda de coches eléctricos, y menos en España. Es verdad que si la demanda interior flojea, los constructores tienen varias válvulas de escape, como son las regiones que están más allá de la UE: América, África e incluso Asia y Oceanía.

Sea como sea, si yo quiero ir desde Madrid (donde vivo) a Santander (donde nací) tendré que recargar por el camino. ¿Y cuánto tiempo tendré que parar para recargar? Probablemente horas. Y como me agrada ir a Santander a ver a mi familia y a mis amigos, prefiero ir en mi viejo coche, que está bien cuidado (y no uso en Madrid) y que usaré en carretera mientras me dejen. Y me pregunto (como supongo que hace la gente de mi edad), ¿qué he hecho yo a favor de la contaminación para merecer esta persecución? Mídanse en las ITV los kilómetros usados y opérese con justicia y no con desprecio.

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