
Este año, Europa vuelve a las urnas para decidir quienes serán los representantes del Parlamento Europeo hasta mediados de 2029. Una representación clave de la que dependerá - en gran medida- el ritmo de los avances hacia una economía circular y especialmente en la industria del reacondicionado.
El pasado mes de abril, la Comisión Europea, dio un paso hacia delante al incluir dentro de la ley del "derecho a reparar", la obligación, por parte del fabricante, a reparar productos domésticos que técnicamente presenten esta posibilidad como smartphones o tabletas, así como la posibilidad de escoger un reparador independiente - por parte del consumidor - en una clara protección del sector ante las prácticas monopolísticas de los fabricantes. Medidas que ayudan a progresar y apoyar a los agentes independientes cualificados que desean crecer en este sector y alcanzar los objetivos de 2030.
En los últimos años, la conciencia ambiental es una de las mayores preocupaciones para la generación Z y los Millennials según el Global 2023 GenZ & Millennial Survey publicada por Deloitte. Muestra de ello, es que de los 1,2 billones de teléfonos vendidos durante 2022, 282 millones (un 1,9% del total) correspondieron a dispositivos reacondicionados según ICD Worldwide Quarterly Mobile Phone. Un mercado en plena expansión, que, en regiones como Europa, ha pasado de representar el 5,5% en 2019 al 11% en 2024. Pero, ¿Por qué a pesar del avance en las bases para que los productos sean más reparables, la industria del reacondicionado no se ha convertido aún en una prioridad para las instituciones europeas?
Es cierto que se están haciendo avances en el camino hacia la reparación, pero aún queda mucho por recorrer. El sector del reacondicionado presenta una oportunidad única para Europa, la región con mayor penetración frente al escaso 2% de Estados Unidos o Japón. Un sector, valorado según el Allied Market Research elaborado por 2KD Market Insights, en 1.067 trillones de dólares, capaz de contribuir al avance en competitividad, soberanía y reindustrialización, tres de los grandes retos actuales.
Apostar por la industria del reacondicionado, no solo es una oportunidad para recuperar el valor añadido en un sector en el que el diseño de los nuevos productos y la importación de estos se realizan en otros continentes. Si no que también es una oportunidad para crear y diversificar el talento local en puestos como técnicos, artesanos, investigadores o minoristas que ayuden a aumentar la competitividad de la mano de obra europea, al mismo tiempo que se reduce la dependencia de materias primas a favor de aumentar la soberanía y autonomía de Europa. Una alternativa beneficiosa tanto para la economía, como para el medio ambiente, capaz de reducir hasta en un 87% la emisión de CO2 a la atmósfera.
El cambio climático es una realidad cada vez más presente en nuestro día a día y mitigar su avance debe ser el objetivo de Europa. Fomentar el uso de dispositivos reacondicionados, concienciar y educar en el reciclado de la tecnología que ha llegado al final de su vida útil o promover la reintroducción de aparatos electrónicos que ya no utilicemos al mercado nuevamente, a través de servicios como el plan renove, son algunas buenas prácticas esenciales para reindustrializar Europa y alcanzar los objetivos ambientales de 2030.
La industria del reacondicionado será uno de los polos tractores de la economía del futuro, en las que Europa tiene la oportunidad de continuar siendo líder, aplicando políticas de apoyo y fomentando la colaboración entre los gobiernos y partes interesadas. Un sector preparado para crecer de forma significativa y contribuir a un futuro más sostenible, que depende, en gran manera, de los avances legislativos de la próxima agenda política.
Ahora, más que nunca, el liderazgo de Europa en la industria del reacondicionado depende de la creación de estrategias específicas que apuesten por la recogida de productos para poder reacondicionarlos, con el objetivo de demostrar al resto del mundo que esta industria es el futuro.