
Tras un potente inicio de año, que a su vez fue continuación de un último trimestre de 2023 también muy alcista, los índices de renta variable parecen enfrentarse a resistencias importantes en el corto plazo.
Hemos asistido a recortes de cierta magnitud en algunos sectores, especialmente aquellos con un mejor comportamiento relativo en los últimos dos trimestres y que a su vez también atesoraban las valoraciones más exigentes en el corto plazo. Concretamente, los sectores de tecnología, información y las siete magníficas han sido en esta ocasión las más impactadas por la toma de beneficios.
Los motivos de este recorte son, en mi opinión, tres: el primero y más importante, el panorama de tipos de interés más persistentes en Estados Unidos, con una rebaja de tipos en este país que parece se aleja al menos hasta julio o septiembre. En segundo lugar, las tensiones en Oriente Medio y los miedos a un repunte de la energía. Y, por último, una percepción de sobrevaloración en algunas compañías y sectores de cara al inicio de la temporada de resultados del primer trimestre.
Siguiendo este mismo orden, si hablamos de la política monetaria en Estados Unidos, hemos pasado con gran virulencia de descontar en octubre y noviembre una caída casi vertical de los tipos de la Fed en 2024 como consecuencia de una economía estadounidense que se mantenía por los pelos por encima del umbral de la recesión, a unas bajadas mucho más tímidas (incluso algunos plantean que las vayan a haber) y demoradas a la segunda mitad de 2024. Y también con su otra cara de la moneda, una economía que no sólo está lejos de la recesión, más bien en una fase de crecimiento sólida y ganando tracción a corto plazo.
En segundo lugar, es evidente que la escalada del conflicto que lamentablemente se desarrolla en Oriente Medio y que viene a sumarse a otras tensiones de este cariz en el este de Europa y en el Pacífico no podía pasar desapercibida para los inversores. No obstante, parece que lo que genera impacto no es tanto un conflicto abierto entre Israel e Irán con consecuencias y posibles participantes al alza en el plazo de semanas, sino más bien el impacto a medio plazo en el tránsito de mercancías y especialmente, de materias primas, por la región del Golfo Pérsico y el Mar Rojo. De nuevo, tensiones en los precios por el lado de los costes y la oferta que podría comprometer el escenario de crecimiento económico e inflación a medio plazo.
Evidencia de ello es que no hemos asistido a una típica jornada de capitulación con caídas verticales y volatilidad disparada, más bien a un proceso más lento de toma de beneficios y cautela hacia los activos percibidos como más sensibles. Por supuesto, habrá que monitorizar los movimientos más directos de tipo político e incluso militar, pero otros elementos menos explícitos como el precio del crudo, de los fletes y el tránsito marítimo por la zona en este caso pueden resultar más efectivos para predecir el impacto de esta crisis en los mercados.
Y el tercero de los motivos del recorte en ciertos sectores es el agotamiento y la toma de beneficios tras el rally. Nada extraño que eso ocurra, especialmente si los mercados han recogido correctamente el escenario económico a medio plazo y de algún modo se han anticipado a ello. No sería extraño ver un escenario de mercado más lateral, con movimientos más bien entre sectores y estilos en los siguientes meses, donde la gestión estuviese más centrada en reasignar recursos dentro de las distintas clases de activos más que entre ellas. Seguimos por lo tanto manteniendo una posición cauta y neutral en renta variable, y si la corrección fuese a más, y el escenario lo permite, entonces podría ser la oportunidad para plantearse nuevas entradas.