
Asistimos estos días a una revolución del sector agrícola provocada por los problemas a los que se enfrentan los agricultores para ser capaces de competir con éxito en el contexto europeo actual.
Esa falta de competitividad está motivada en parte por la falta de soluciones tecnológicas que los profesionales necesitan para la explotación de sus terrenos con el objetivo de conseguir revolucionar la industria, promoviendo la eficiencia, la sostenibilidad y la competitividad. Es cierto que son muchos los beneficios que se encontrarían tras la transformación digital del sector como mayor productividad, eficiencia y reducción de costes, entre otros; pero hay un escollo que no debe obviarse: la conectividad.
Todavía hay muchas zonas en España en las que la conectividad es insuficiente o, incluso, inexistente. Y en la mayoría de los casos, se encuentran en el mundo rural, allí donde también están las explotaciones agrícolas. Entonces, ¿Cómo aquellos que trabajan en el campo van a tener la capacidad de digitalizar su forma de cultivar y su negocio? Aquí es donde es fundamental y obligación acelerar la creación o despliegue de infraestructuras de telecomunicaciones, que permitan crear los sistemas y redes para obtener acceso a Internet de alta velocidad y de forma asequible.
Planes como Único5G Activas dentro del Plan de Recuperación y Resiliencia harán posible la evolución a 5G de la red móvil ya desplegada en este tipo de entornos. A pesar de ello, los despliegues de nueva cobertura en zonas muy rurales son complejos y es poco probable que sucedan por la propia dinámica del mercado. Esto no quiere decir que haya que renunciar entonces a poder disponer de cobertura móvil en estas zonas donde es necesaria para digitalizar los cultivos.
Para hacer posible este despliegue, podría plantearse la firma de acuerdos, directamente entre asociaciones de agricultores y empresas de infraestructura de telecomunicaciones. Entidades capaces de proveer una cobertura móvil neutra adaptada a la necesidad concreta de una sensorización de los cultivos. Se trataría de despliegues "a medida", totalmente enfocados a las zonas en las que se requiere disponer de esa conectividad.
Gracias a esta cobertura, y desplegando los sensores necesarios, sería posible:
- Disponer de los datos en tiempo real, que junto a las capacidades ya disponibles de inteligencia artificial, permitirían optimizar la toma de decisiones asociadas al momento de la siembra, la aplicación de tratamientos fitosanitarios, riego o cosecha, con la optimización de costes y aumento de productividad asociados.
- Automatizarse tareas agrícolas mediante el uso de robots y maquinaria autónoma, reduciendo la dependencia de mano de obra manual, mejorando, por tanto, las condiciones laborales y reduciendo los riesgos para los agricultores.
- Facilitar la comercialización de productos frescos y de calidad directamente desde la explotación agraria al consumidor final gracias a la adopción de plataformas digitales que conecten a productores agrícolas con compradores y consumidores.
Para poder hacer todo esto viable, es preciso abordar los desafíos relacionados con eliminar barreras económicas para acceder a la infraestructura y tecnología necesaria, y la capacitación de los agricultores para maximizar los beneficios de esta transformación digital. Esto requiere de una estrecha colaboración público-privada. En la que sería necesaria la concesión por parte de las administraciones públicas de ayudas al sector agrario encaminadas a facilitar el que puedan acceder a los despliegues necesarios para su digitalización, y elaborar políticas que faciliten el desarrollo del plan, teniendo en cuenta la realidad del momento y con una clara visión de futuro.