
La salida a bolsa de la compañía de perfumería Puig devuelve dos años después al mercado español un estreno bursátil. En una operación híbrida entre colocación y ampliación de capital, la compañía catalana tratará de protagonizar la mayor operación desde Aena, con una valoración de entre 12.500 y 14.000 millones de euros. La salida de Puig es la única de las colocaciones tangibles en la ventana de primavera de salidas al mercado, porque una vez anunciado el desistimiento de Astara -el brazo de movilidad de Bergé, el discreto emporio vizcaíno-cántabro que dirige en su tercera generación Jaime Gorbeña-, las colocaciones de Tendam, Europastry, Volotea y Hotelbeds trabajan más con la posibilidad de aprovechar la ventana de después del verano.
La reaparición de las salidas a bolsa suele coincidir con la maduración de un ciclo bursátil alcista. Esto es algo que siempre sucede porque quien quiere vender piensa en sacarlo en el momento más apetecible.
Aquí es donde radica la parte más divertida de todas las colocaciones. La adecuación entre un precio que resulte atractivo para los inversores a los que se trata de vender las acciones, y el interés del vendedor por maximizar su valor. Está claro que para una negociación salga adelante ambas partes deben ceder en algo. Motivo por el que resultan tan poco atractivas para Warren Buffett y por el que nunca acude a una OPV. En realidad esto no siempre fue así. La otra cabeza de Buffett, Charlie Munger, le convenció, ya en los sesenta, para comprar una compañía en pérdidas y con un multiplicador más elevado del que habitualmente utilizaban, por una sencilla razón: "Más vale un negocio excelente a un precio justo, que un negocio justo a un precio excelente". Munger le dijo a Buffett que la prima en el precio estaba justificada por la calidad del activo, un negocio que requería poco capital y con poder de fijación de precios. Sería la inversión más rentable del grupo durante la siguiente década con una mejora anualizada del 20%.
Por eso en las salidas a bolsas la esencia está en el crecimiento de la compañía y en quién vende y el motivo por el que lo hace. Están de un lado los hurones del capital riego -CVC y PAI en Tendam y Cinven y CPPIB en Hotelbeds- y en el otro, las firmas familiares. En Puig, como en Europastry -controlada por los Gallès- está claro que la sucesión familiar y una mejora de la gobernanza es el eje de la colocación. Puig es la quinta firma de perfumería mundial, con catorce marcas propias en un mercado global que crece en torno al 6%-, y un más novedoso negocio de cuidado de la piel y maquillaje en el que ya es el tercer jugador europeo de venta en farmacias. En Puig aprovechar la OPV para minimizar la deuda tras las últimas adquisiciones no es una necesidad como sí lo es en Volotea, la firma fundada por Carlos Muñoz, que sacó a bolsa Vueling en 2006, para devolver a la SEPI 200 millones inyectados en pandemia.