Opinión

Mentiras nada piadosas

  • Las redes sociales son el semillero de las guerras culturales de nuestro tiempo

En 1996, el físico Paul Sokal publicó en la revista norteamericana (universitaria y progresista) Social Text un artículo titulado: Transgrediendo los límites: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica.

En realidad, el ensayo era todo él una broma. Una broma nada inocente. Sokal, a la vez que se publicaba este disparate en forma de ensayo, aclaraba en la revista Lingua Franca, bajo el título Un físico experimenta con los estudios culturales, que todo era una patraña:

"Nada de lo que escribí en Social Text sigue una secuencia lógica. Se trata de una mezcla de medias verdades, falsedades y oraciones, correctas sintácticamente, pero carentes de sentido. Afirmo, por ejemplo, que el axioma de la igualdad en la teoría matemática de conjuntos es análogo al mismo concepto en política feminista".

Era evidente que a los editores de Social Text les gustó el ensayo porque les gustó la conclusión, a saber: que los últimos desarrollos de la ciencia proveen de un soporte intelectual para el pensamiento político "progre". En el fondo, el ensayo de Sokal era una parodia -y algo más que una parodia- de la literatura pseudocientífica de los Lacan, Baudrillard, Virilio, Delleuze, Derrida, Kristeva y otros. Un exocet en la línea de flotación de un sedicente pensamiento, muy francés, que Sokal, con acierto, califica de "nebulosa postmoderna". No es de extrañar que Julia Kristeva, muy enfadada y a falta de mejores argumentos, calificara entonces a Sokal de "francófobo".

Más tarde, Sokal y Bricmont publicaron un libro titulado Imposturas intelectuales, publicado en España por Paidós en 1999. Pues bien, la denuncia anticientífica se acaba de reproducir de la mano de Helen Pluckrose, experta en literatura medieval inglesa. Pluckrose arremete contra el mundillo académico por consentir que las guerras culturales dañen su labor intelectual. "Los activistas identitarios y la derecha populista juegan al mismo juego", asegura la autora de Teorías cínicas.

Esta británica publicó un artículo que defendía la tesis de que los parques para perros son espacios en los que se perpetúa una cultura de violación canina, tesis que no resultó chocante al responsable de una importante publicación de estudios de género anglosajona y que lo publicó (en 2018) sin comprobaciones posteriores. Poco después, la autora desveló que se trataba de un artículo falso.

En Alianza Ensayo acaba de aparecer Teorías cínicas, a propósito del cual Pluckrose ha dicho lo siguiente:

"A quien más ha perjudicado lo que llamamos el movimiento para la justicia social de la izquierda posmoderna y woke es a nosotras, las mujeres. Lo que ha acabado consiguiendo, en realidad, es desempoderarnos. ¿Cómo es posible que saquemos del baúl estereotipos tan antiguos? ¿De verdad las mujeres tenemos que volver a creernos que no somos capaces de aceptar las ideas que no nos gustan?".

Todo ello se cocina en las redes sociales, que, según esta autora, son el semillero de las guerras culturales de nuestro tiempo y en las que se produce un bucle de retroalimentación: de los activistas a los periodistas, de los periodistas a la academia y finalmente la academia fabrica nuevos activistas. Como ejemplo paradigmático, la autora pone el lenguaje de género.

La batalla contra las imposturas anticientíficas ni la ciencia, ni la razón, ni los principios democráticos se deberían perder.

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