Opinión

Castigo desmedido al empleo

Foto: eE

Un informe de la OCDE desvela que España es la tercera economía desarrollada con mayor peso del impuesto sobre la renta y las cotizaciones sociales respecto a la recaudación fiscal. Ambas partidas representan el 61,2% de todos los ingresos fiscales, un dato que solo superan EEUU (65,4%) y Alemania (66,7%).

Es cierto que tanto el IRPF como las cotizaciones a la Seguridad Social son, por lo general, el pilar básico de la recaudación en la mayoría de los países avanzados. Pero también es verdad que el promedio de la OCDE se queda en el 52%, más de nueve puntos menos que en el caso de España, cuando a comienzos de siglo la diferencia era de solo cinco.

Todos los datos dejan así patente la elevada carga impositiva sobre el empleo, pese a que el Gobierno siempre trata de vender lo contrario para justificar su negativa a deflactar el IRPF pese al golpe de la inflación. Pese a ello, la presión impositiva no es igual en el caso de los trabajadores que en el de las empresas.

Así, los empleados españoles pagan dos puntos más que la media de la OCDE. En cambio, en el caso de las cotizaciones a cargo de las empresas la brecha escala hasta superar los 13 puntos. En otras palabras: las empresas son las que sufren la mayor cuña fiscal, lo que es muy negativo para su competitividad, sus inversiones y su capacidad para contratar.

Pese a ello, el Gobierno se mantiene fiel en su objetivo de elevar el desmedido castigo fiscal al trabajo con una reforma de pensiones que eleva aún más las cotizaciones sociales. Un mayor esfuerzo que ahondará en la pérdida de productividad de las empresas y que será nefasto para el consumo, el mercado laboral y, por extensión, para la economía nacional en su conjunto.

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