
El titular sorprenderá a los lectores que tengan en su recuerdo la famosa obra de teatro y película de Fernando Fernan Gomez, ya que se darán cuenta que no es exactamente el título. Sin embargo, lo saco a colación y, con el permiso del autor, me gustaría interpretarlo en clave de delivery, ya que parece que tampoco este verano muchos de los repartidores que vemos en las ciudades y lugares de veraneo donde nos encontremos, van a disfrutar de vacaciones pagadas. No quiero sonar "aguafiestas" pero no creo que podamos estar de celebración en este segundo aniversario de la conocida como "Ley Rider".
Los repartidores, también conocidos como riders, son ahora parte del día a día de las ciudades. Hoy en día, parece inconcebible imaginar una calle sin repartidores y sus mochilas, ya sea a las puertas de cualquier establecimiento recogiendo pedidos recorriendo las calles encima de sus bicicletas o motos. Sin embargo, a pesar de que los repartidores son una parte indudable de la nueva ciudad del siglo XXI, que prestan un servicio muy importante tanto a establecimientos como a usuarios y disponen de un marco regulatorio definido, es cuanto menos sorprendente ver que hay miles de repartidores que aún no tienen contrato laboral, y por lo tanto no tienen un verano con vacaciones pagadas.
Para poder poner en contexto esta contradicción, tenemos que retroceder en el tiempo. Como plataforma de reparto de comida a domicilio online de referencia en España y la primera en operar en el país, en Just Eat apostamos desde el principio por la regulación de nuestro sector con el objetivo de dotarlo de claridad operativa y seguridad jurídica. Tras múltiples consultas con varios de los mejores despachos de abogados de España, todos sin excepción apuntaron hacia el camino del modelo laboral. Después vinieron las sentencias del Tribunal Supremo de septiembre de 2020y de mayo de 2021, donde quedaba de manifiesto que las dos causas de determinación de relación laboral -dependencia y ajenidad- se daban entre un repartidor y la plataforma digital de reparto de comida a domicilio on-line. Estas sentencias allanaron el camino a la regulación que vino unos meses más tarde denominada "Ley Rider". Esta ley nace tras meses de negociaciones entre el Ministerio de Trabajo y los agentes sociales, donde todos los interesados estuvimos representados tanto desde la parte de las empresas con CEOE y CEPYME, como por la parte de los repartidores con los sindicatos UGT y CCOO. Con todo ello, y como alude el famoso refrán español: "blanco y en botella".
Y en ese momento empezamos una nueva etapa auspiciada por una ley específica para dotar de claridad y seguridad jurídica al sector. Una ley que traía nuevos vientos y que era pionera a nivel europeo, pero sobre todo y más importante, una ley necesaria. Hoy, coincidiendo con el segundo aniversario, cabe preguntarse y reflexionar qué hemos avanzado desde entonces.
Si tenemos en cuenta el único informe publicado hasta el momento denominado "Ley Rider: Un año después" realizado por el Foro de Humanismo tecnológico de ESADE, las conclusiones son positivas ya que se han duplicado las contrataciones, pasando de 5.464 en 2021 a 10.980 a 2022 trabajadores con contrato laboral. Además esta ley ha desmontado el mito por el que se auguraba la destrucción del sector que pronosticaban las fuentes críticas. Las arcas de la Seguridad Social recaudaron 4 millones de euros en un año. Todo esto teniendo en cuenta que no todas las plataformas de reparto de comida a domicilio online contrataban, ya que seguían optando por el modelo autónomo. El grupo Just Eat Takeaway.com negoció y firmó el primer convenio de empresa del sector con CCOO y UGT, y tiene a día de hoy más de 2.000 repartidores contratados, al tiempo que nos aseguramos que las empresas de logística de última milla con las que colaboramos también contratan a sus empleados. Y son muchas las empresas de distinto tamaño que con lealtad y altura de miras contratan a sus repartidores. Sin embargo, desafortunadamente queda mucho recorrido. Sigue habiendo miles de repartidores sin contrato laboral. Sin duda alguna contratar a un repartidor resulta más caro que no hacerlo. Y son estos casos los que no permiten al sector deshacerse de la losa que representa la percepción de precariedad, mientras generan unas diferencias de costes entre operadores que ascienden a muchos millones de euros anuales.
En este planteamiento, no podemos perder de vista a los otros grandes protagonistas de la ecuación: los usuarios y los establecimientos. Los usuarios confían a las plataformas dos de las coordenadas más preciadas de su vida, sus finanzas, a través de los métodos de pago, y su dirección personal. Los establecimientos encomiendan a los repartidores la entrega de los productos que los caracterizan y son su sello de calidad. ¿Qué esperan ellos del sector? Calidad, seriedad y lealtad a las reglas del juego o un show de funambulistas haciendo equilibrios imposibles para ahorrar costes, perpetuando la imagen de precariedad a costa de los derechos de los repartidores. Me gustaría dejar esta reflexión para los lectores: dejemos que "las bicicletas tengan verano" y que se cumpla la "Ley Rider" de forma inequívoca y leal por parte de todos los operadores.
Íñigo Barea es Director General Just Eat España