Opinión

Demagogia laboral

Foto: EP

Es sabido y aceptado que la demagogia es consustancial a la campaña electoral, especialmente en los políticos y en los partidos de tinte populista. Pero una cosa es la demagogia y otra el disparate, la caricatura y la mentira. Y en esto último es en lo que están transformando el debate de campaña Sánchez, sus subalternos y asociados ante la falta de propuestas y programas.

Caricaturas y mentiras como el del lobo de la extrema derecha que ya no asusta a nadie, el de la moto de la economía que no tira y al que ahora se une el mesar de cabellos y rasgar de vestiduras por el anuncio de Núñez Feijóo de que la derogación de la reforma laboral no está en sus prioridades. Una decisión lógica si tenemos en cuenta que la llamada contrarreforma de Yolanda Díaz quedó finalmente reducida a sólo un maquillaje de la reforma laboral de Fátima Báñez, durante el gobierno de Mariano Rajoy, que consiguió el hito histórico de crear medio millón de puestos de trabajo anuales hasta 2019.

Especialmente, con el añadido de que la necesidad de mantener esta reforma labora en los términos pactados deriva en primer lugar del cumplimiento del IV Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva 2018-2020 entre CEOE , CCOO y UGT en el que se definían los puntos esenciales en los que era preceptivo el acuerdo entre las partes, como la modificación del artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores sobre las subcontrataciones entre empresas, la evolución de los salarios mínimo pactados en convenio y la ultraactividad o mantenimiento de la vigencia de los convenios colectivos mientras no haya un convenio nuevo.

Y si la anterior dirección del Partido Popular decidió no apoyar esta contrarreforma en el Parlamento no fue esencialmente por su contenido sino porque no estaban dispuestos a aceptar el ninguneo, el desprecio y los ramalazos autoritarios de un Pedro Sánchez que miente hasta cuando rectifica y que ni les consultó ni les informó en contra de lo que exige el más mínimo sentido del Estado y de las reglas democráticas.

Claro que no derogar no significa que no sean necesarios y se vayan a acometer retoques especialmente en materia de flexibilidad para eliminar rigideces, en el tratamiento de los fijos discontinuos y en la claridad y transparencia de las estadísticas de empleo. Algo que tienen muy claro Feijóo y sus asesores.

Pero si alguien se está afanando por entrar en el Guinness de la demagogia y la caricatura es Yolanda Díaz que, para callar los ecos de su complicidad con los independentistas catalanes y vascos y el apoyo a los referéndums de autodeterminación, se saca de ahora de la manga la quimera de ofrecer 20.000 euros a todos los jóvenes que cumplan 18 años y no tengan empleo. Ella que es la ministra de Trabajo del país que lidera el paro de la UE, con casi cuatro millones de parados reales, duplicando la media de la Unión, que es también el líder en paro juvenil, y que es el campeón del infraempleo de los Veintisiete con datos de Eurostat.

Dice la sabiduría popular que todo se pega menos la hermosura, y ante su incapacidad para ofrecer a los jóvenes puestos de trabajo y oportunidades de futuro, la Yoli de Sumar se apunta al recurso de su jefe Sánchez de ofrecer limosnas y subsidios para intentar comprar un voto joven que se les escapa. Subsidios que, sabe, son imposibles de cumplir, y que ya ha dicho se pagarían subiendo los impuestos a las empresas y a los trabajadores con el consiguiente impacto negativo sobre los servicios sociales, la creación de empleo y la inversión.

Demagogia y disparate que concurren también en ese anuncio de que Santiago Abascal será el vicepresidente del Gobierno de Feijóo, demostrando cinismo o ignorancia, cuando el propio presidente popular anunció públicamente en El Hormiguero que ya sabe quién será su vicepresidenta y que será una mujer. Y hasta la fecha no nos consta que Abascal se haya apuntado a la Ley Trans.

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