
Cierto es que desde la constatación de que estamos inmersos en un proceso de calentamiento global, nos hemos dado cuenta de que el desarrollo económico de la humanidad ha traído graves consecuencias para el planeta. Con los acuerdos de París, se puso en marcha una estrategia orientada a la descarbonización de la economía para minimizar la reducción de emisiones de CO2, así como el paulatino incremento de la temperatura en el planeta.
Sin embargo, en muchas ocasiones, resulta complicado entender la legislación que está aprobando la Comisión Europea con el objetivo de cumplir con el Pacto Verde Europeo y convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro en el año 2050. En este sentido, la Comisión está regulando una serie de políticas estratégicas que transformarán nuestra forma de trabajar, de consumir, de movernos y por qué no, nuestra manera de vivir. Y digo que resulta complicado porque en muchas ocasiones, la normativa aprobada puede servir para combatir un gran roto, como es el cambio climático, pero a la vez provoca grandes descosidos, como ha ocurrido en el caso de la ley de Restauración de la Naturaleza que reparará tierras de cultivo, caladeros, bosques e incluso ciudades, pero que tendrá grandes descosidos para aquellas tierras o lugares donde se planten molinos eólicos, o placas fotovoltaicas, que podrán seguir invadiendo e erosionando los campos porque "él interés público es superior al interés medioambiental".
Otro caso reciente y que está a punto de debatirse esta semana, lo podemos encontrar en la normativa que se pretende aprobar sobre envases y residuos y que afecta al plástico en detrimento de otros materiales más sostenibles y reciclables. Cierto es que el plástico, es un material necesario e imprescindible para el desarrollo económico de la humanidad, pero más cierto es que tiene un gran poder contaminante. Se calcula que?el 80% de la contaminación de mares y océanos corresponde a los plásticos?que son depositados en ellos a modo de vertedero con consecuencias devastadoras tanto para los ecosistemas marinos, como para los seres humanos.
Gran parte de los alimentos que consumimos contienen micro plásticos, cuyas consecuencias son nocivas para la salud.
Pues bien, mientras que en la mayoría de las regiones se están dando pasos importantes para cambiar el rumbo de la contaminación plástica con un tratado global, la Comisión Europea está a punto de acordar una nueva regulación que podría impulsar la proliferación en el mercado de millones de toneladas de plástico de nueva creación a través de una serie de enmiendas presentadas al Reglamento sobre Envases y Residuos (PPWR). Las enmiendas no hacen otra cosa que socavar el espíritu del Reglamento al introducir "objetivos obligatorios de reutilización a todos los materiales de envases". Esta reutilización provocaría un aumento de la cantidad de envases de plástico en circulación en detrimento de la utilización de otros materiales de embalajes mucho mas reciclados y sostenibles que no se pueden reutilizar tantas veces, pero que cumplen con las exigencias de la economía circular. En caso de aprobarse la medida, el aumento de la cantidad de envases de plástico en circulación contradice los objetivos del Pacto Verde, así como el Plan de Acción para la Economía Circular, y curiosamente, las negociaciones mundiales que se están llevando a cabo para frenar la contaminación plástica. La aprobación sería un paso atrás en los avances que ya se han producido en materia de sostenibilidad en el sector de los envases.
Solo en la categoría de sustitución de los embalajes de cartón corrugado actuales en el transporte y el comercio electrónico, se necesitarían aproximadamente 8.100 millones de nuevas cajas de plástico que aumentarían en 12 millones de toneladas para alcanzar un objetivo de reutilización del 90% para 2040. Además, en estos momentos en que el agua es un bien escaso, se necesitarían 16.000 millones de litros de agua para lavar solo la mitad de ellas para su reutilización. Esta enorme inyección de plástico en la economía de la UE contradice años de progreso para frenar el uso de envases de plástico en Europa y en el mundo entero.
Desde la aparición del plástico, la humanidad ha fabricado más de 10.000 millones de toneladas métricas de este elemento. Es de fácil fabricación y tiene la gran ventaja de que tienen unos costes de producción muy bajos. Actualmente, más del 51% se produce en Asia, destacando en este ranking China con un tercio de la producción. La producción mundial alcanza los 460 millones de toneladas y representa el 3,4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. La generación global de desechos plásticos se duplicó con creces entre 2000 y 2019 a 353 millones de toneladas y casi dos tercios de los desechos plásticos tienen una vida útil de menos de cinco años: 40% son envases; 12%, bienes de consumo, y 11% prendas. Por si fuera poco, la producción de plásticos se ha duplicado desde el año 2000, pero solo se recicla el 9%, según los datos de la OCDE.
Como decía, en ocasiones, el remedio es peor que la enfermedad, como parece ser que está ocurriendo en el debate de la Comisión Europea sobre: "los objetivos de reutilización obligatoria aplicados a todos los materiales". No hay que olvidarse de que "el remedio" del reciclaje y la reutilización deben tener en el futuro un importante papel a desempeñar en la circularidad de los envases y deben ser objetivamente complementarios.