
La presión crece en Estados Unidos (EE. UU.) para que se encuentre una rampa de salida de Ucrania. Biden y su equipo se encuentran divididos en dos campos sobre cómo dar por concluido el 'Proyecto Ucrania', del que, por cierto, desde hace años, se ha beneficiado económicamente el clan Biden, de acuerdo con los contenidos del disco duro del ordenador de Hunter, el hijo de Joseph.
Un grupo aboga por arrojar a Ucrania y a Zelensky debajo del autobús. En otras palabras, traicionarlos y abandonarlos a una suerte a la que, por otra parte, estaban condenados desde febrero de 2022. Las pistas que la primera de estas dos facciones está dejando caer son visibles para aquellos que quieran prestar atención.
Por ejemplo, los grandes medios de comunicación estadounidenses han presentado al público, como fruto de su presunta labor infatigable e insobornable de investigación, la revelación de que Ucrania, no, EEUU, es quién planeó y ejecutó el sabotaje del Nord Stream, eso sí, con conocimiento previo, no compartido, de la Casa Blanca. Sin embargo, todavía hoy, Biden y su equipo siguen sin aclarar si los seis ucranianos a bordo de un yate privado que, según se informó, pudieran haber sido los ejecutores de dicho acto de terrorismo en el fondo del Mar Báltico, a más de 100 metros de profundidad, fueron los mismos que realizaron aquel trabajo, equipados con sus gafas y sus tubos de buceo correspondientes, adquiridos en el Decathlon de Kiev.
La reacción del equipo de Biden ante la ruptura reciente de la presa de Nova Kakhovka, al sur de la región de Jerson, ha sido aún más obvia. EEUU se ha refugiado en el argumento de la necesidad de investigar lo ocurrido y no ha perdido tantas energías y tanto tiempo en acusar a Rusia de sabotearse a sí misma, como hizo en el caso anterior.
El rastro de las amenazas del gobierno ucraniano de que iba a realizar algo así está registrado, desde el pasado mes de octubre, cuando el embajador de la Federación de Rusia envió al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, una carta en la que le alertó de ese riesgo claro y presente.
Por último, la tan cacareada contraofensiva ucraniana, que se anunció para la temporada de invierno de 2023, en febrero, en concreto, y que, posteriormente, transitó por el calendario desde las de primavera a la de primavera-verano, se desencadenó, finalmente, a comienzos de junio. EEUU ha tenido que empujar al gobierno de Ucrania a iniciar, a pesar de los intentos de procrastinación de sus jefes militares, lo que está siendo, hasta ahora, una operación suicida. Los 7.000 soldados ucranianos muertos en los primeros seis días de esa campaña corroboran el diagnóstico anterior.
Hasta ese momento, según el candidato presidencial estadounidense del Partido Demócrata, Robert F. Kennedy Jr., Kiev contabilizaba más de 350.000 soldados muertos, desde febrero de 2022. Este desastre acelerado sería el que ayudaría a los partidarios de arrojar a Ucrania debajo del autobús a hacer su caso públicamente, ya que se argumentaría que EEUU lo intentó todo, entregó dinero y armas sin límites, pero la ineptitud y la corrupción de sus dirigentes serían las responsables últimas de que éstos no hayan sabido hacer un mejor uso de todo ello.
La conclusión sería que Ucrania no puede, al menos, por un plazo de tiempo muy largo, ingresar en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y debe sentarse, de forma inmediata, con Rusia para aceptar las condiciones que se le impongan para acabar el conflicto. Por otro lado, la otra camarilla del equipo de Biden propone que EEUU comience a dar la vuelta triunfal al estadio cuanto antes, independiente de lo que esté ocurriendo en el teatro de operaciones.
La idea sería cantar victoria sin ninguna timidez, al definir el éxito del 'Proyecto Ucrania', de forma interesada y tergiversada, como resultado del avance estratégico que ha representado el que se haya visualizado la ineficacia de las Fuerzas Armadas de Rusia y su incapacidad de cumplir el objetivo marcado por el presidente Putin de conquistar toda Ucrania.
Estos dos supuestos son falsos. Los operadores de las baterías antiaéreas estadounidenses Patriot, situadas en Kiev, las unidades que operaban los carros de combate alemanes Leopard 2 o los franceses AMX10, los altos mandos que se encontraban en los búnkeres de Pavlograd o de los servicios secretos ucranianos, en Kiev, de nuevo, y los familiares de los más de 350.000 soldados ucranianos muertos no pensarán lo mismo.
Por su parte, el presidente Putin nunca incluyó en sus cuatro objetivos para la Operación Militar Especial (OME) en Ucrania nada comparable a una ocupación completa de Ucrania. Los proponentes de esta forma de actuar ya han comenzado su vuelta de honor al estadio con afirmaciones como "Ucrania ya ha vencido", "los objetivos de Rusia han sido derrotados completamente", "Rusia sólo se ha quedado con dos regiones de Ucrania" o "la victoria ucraniana ha sido grande y transformativa".
Se les ha olvidado utilizar el siempre socorrido "campeones, campeones", "oe, oe, oe", u "hola, Fondo Norte, hola, Fondo Sur".
EE. UU. controla a Ucrania como si fuera un Estado clientelar suyo y, en realidad, no hay confianza entre Occidente y Kiev, por lo que Ucrania no ingresará ni en la OTAN, ni en la Unión Europea (UE).