Opinión

¿Cómo vamos? en productividad muy mal

La construcción es uno de los motores de la economía española

La situación económica y social de España no está como para tirar cohetes, pero en comparación con el conjunto de la UE no parece ir tan mal (Alemania acaba de entrar en recesión). Pero desde el lejano 1995 la productividad real (descontada la inflación) ha aumentado un pírrico 8% en España. Pero, si se compara con la eurozona de los 19, las cifras también dejan a España en mala posición, ya que la productividad en la eurozona ha aumentado un 17%, más del doble que en España.

Y es que la economía española, es decir, sus líderes empresariales, han optado por un modelo de crecimiento basado en actividades de escaso valor añadido, intensivas en mano de obra y con salarios bajos. El boom de la construcción y del turismo son los dos mejores ejemplos de ello y han sido potenciados por diversos gobiernos, lo cual ha traído consigo el deterioro del valor añadido agregado.

Y cuando la tarta es pequeña, este caso el PIB per cápita, las porciones no pueden ser grandes. En este caso, la tarta de España por habitante en términos reales apenas ha crecido, por lo que hay casi la misma renta que repartir, pero sí ha cambiado el reparto. La renta disponible de los hogares ha crecido un 13% en términos nominales en la última década, y es el cuarto peor país de la eurozona.

La productividad en la eurozona ha aumentado un 17%, más del doble que en España

Por otro lado, la industria se ha deteriorado, entre otras cosas por el abandono de las políticas públicas. El resultado ha sido que hoy la industria representa el 15% del PIB frente al 18% de la media de la UE.

El analista Javier Jorrín recordaba hace unos meses que "si se observa la inversión en capital fijo durante las últimas décadas, se detecta un déficit permanente respecto a los países del este. El peso en el PIB en España es del 19%, mientras que en Letonia y Lituania alcanza el 23% del PIB y en Estonia supera el 30%. Estas diferencias, pasado el tiempo, provocarán una acumulación de capital muy diferente en unos países y otros, determinando su potencial de crecimiento".

Es imprescindible cambiar la estrategia económica para conseguir que España se reindustrialice y, de paso, es preciso poner coto a ciertas políticas europeas como la del automóvil eléctrico, que maltrata a una de las pocas industrias exportadoras españolas como es la del automóvil. Por no hablar del cierre de las centrales nucleares, forzado por el movimiento "verde" europeo, que consiguió cerrar todas las centrales nucleares de Alemania (centrales que no emiten ni un gramo de gases de efecto invernadero) para sustituirlas por carbón, que es la más sucia de las energías. En fin, como alguien, no exento de razón, ha escrito, "los ecologistas radicales son tan amigos de la Naturaleza como enemigos de la Humanidad".

Sea como sea, no serán estos los temas a debatir en la campaña electoral de cara al 23 de julio (ese día muchos iremos a votar a favor de quienes defienden la Constitución para derrotar a quienes quieren destruirla) pero el grave asunto de la economía española deberá ser abordado inmediatamente después. No basará con acabar con el sanchismo, también será necesario ponerse a trabajar en pos de una economía y de una sociedad que pueda estar a la altura europea en el futuro.

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