
El Gobierno ha confirmado su previsión de crecimiento situada en el 2,1% en el Plan de Estabilidad que trasladó recientemente a la Comisión Europea. Ello pese a que los organismos nacionales e internacionales rebajan la expectativa de alza del PIB al entorno del 1,5%.
No obstante, el Ejecutivo advierte en el documento que la economía nacional afronta riesgos este mismo año por el endurecimiento de la política monetaria. Un aviso con el que coinciden los economistas consultados por elEconomista.es, que estiman que factores como la restricción del crédito y la alta inflación podrían restar 0,5 puntos al PIB en el presente ejercicio.
Una merma bastante atinada, ya que los altos precios seguirán pasando factura a hogares. A ello contribuirá que el próximo invierno será el primero en el que no se podrá contar con el gas ruso, lo que podría impulsar los costes energéticos. Así lo reconoce también el propio Ejecutivo que prevé que el IPC no caiga al entorno del 2% hasta 2025 o 2026. Este largo periodo de elevada inflación incidirá negativamente sobre el consumo y la demanda interna. Ambos factores suponen más del 60% del PIB español, por lo que un mal desempeño en estos ámbitos supondrá un duro golpe para la economía.
Un impacto negativo que aumentará ante la restricción del crédito que se está produciendo por el incremento de los tipos de interés y que también frena la inversión. Es cierto que el fin de las subidas está más cerca, pero el propio BCE ya ha afirmado que, al contrario que la Fed, no ha pulsado aún el botón de pausa en el encarecimiento del precio del dinero. La suma de todos estos factores configura un cóctel de riesgos que se deben tener en cuenta, ya que pueden frenar la recuperación del PIB en el presente ejercicio.