Las estadísticas de empleo de Eurostat a cierre de 2022 arrojan un saldo demoledor para el mercado laboral español. No solo se trata de que acumula el mayor porcentaje de parados según la contabilidad estándar. También añade otros 2,1 millones más (hasta 5,2 millones) entre los desanimados que han renunciado a buscar un empleo ante la imposibilidad de encontrarlo y los subempleados que no logran trabajar las suficientes horas al mes para poder subsistir. Una situación que no puede considerarse siquiera como ocupación más que a efectos estadísticos. Son cifras que suman casi nueve puntos adicionales a la tasa de paro convencional en lo que Bruselas denomina la 'holgura laboral'. Se trata de un indicador que busca determinar la capacidad de un país de poder dar oportunidades a los millones de personas que quieren trabajar y no pueden. Aunque el dato ha registrado una evolución positiva en los últimos años, a pesar del impacto de la pandemia, sigue siendo el más elevado de la Unión Europea y muestra que las reformas económicas y laborales de los últimos años se han quedado muy cortas para resolver los problemas de fondo. Eso cuando no han ido en dirección contraria, encareciendo cada día más la contratación para las empresas. Las estadísticas de Eurostat ofrecen así una transparencia y rigor que se echa en falta en los balances del Gobierno, que sigue sin publicar datos necesarios para el análisis como es el de los fijos discontinuos que no trabajan. Si no de 'maquillaje', sí cabe hablar al menos de una opacidad interesada por parte del Ejecutivo en el retrato que presenta del mercado de trabajo que vulnera la credibilidad de cualquiera de sus pronósticos en este ámbito, tal y como está ocurriendo con las pensiones.