¿Ha llegado la hora de vender? Ahora que el Ibex 35 protagoniza retrocesos similares a los del mercado bajista de 2021-2022 y las bolsas de la zona euro no andan lejos, podría parecer el momento ideal de abandonar el barco antes de que cunda el pánico cuando haya más caídas. Vender puede aportar sensación de seguridad, pero, tal y como demuestran los datos históricos, desprenderse de acciones tras los primeros bandazos de los mercados alcistas es absurdo. Hacer esto puedo salir muy caro, porque las acciones suelen revalorizarse mucho más. Veamos el motivo.
Los temores actuales, como la recesión, la inflación, la caída del SPV, las alzas de tipos del BCE o los "barcos espía" rusos, han extendido la idea de que el repunte bursátil carece de fundamento. Como dije en agosto, esta creencia es consecuencia del "pesimismo de la desconfianza". Esta noción define el hecho de que los mercados descuentan las preocupaciones y sopesan la posible realidad que estas pueden ocasionar. Ladrillo a ladrillo se va construyendo un "muro de las preocupaciones" que todo mercado alcista supera en cuanto se revela que los temores eran excesivos. Así, por malo que sea, cualquier escenario que mejore las expectativas pesimistas sirve para impulsar las bolsas.
Este fenómeno está teniendo lugar en la actualidad. Tomemos como ejemplo la inflación: en la eurozona se mantiene alta y se ha generalizado el temor a que el dato subyacente aumente en España y alcance cifras récord en toda la región. No obstante, desde octubre su irregular tendencia a la baja ha evidenciado que los temores a que se repitiera una situación como la de los años setenta eran desproporcionados, lo cual espoleó a los mercados bursátiles. Del mismo modo, el avance del PIB de la eurozona en el cuarto trimestre de 2022 fue prácticamente nulo (0,1 intertrimestral), siendo el dato en España algo mejor (0,2%). Pero, si tenemos en cuenta las nefastas previsiones de recesión anteriores, esos resultados fueron excelentes. Esto es algo que se puede observar en el resto del mundo, pues el PIB de Estados Unidos creció un 0,7% en el mismo período y el del Reino Unido quedó plano, muy por encima de lo que se temía.
Además, datos más recientes confirman esta tendencia. Por ejemplo, en la eurozona, el PMI (índice de gestores de compras) del sector manufacturero se contrajo, mientras que su equivalente del sector servicios, mucho más amplio, señaló una expansión. En España observamos una situación similar y, en términos generales, en todo el bloque, donde la actividad empresarial alcanzó máximos de nueve meses. Asimismo, aunque los resultados de los índices PMI de EEUU no fueron malos, sí que fueron más irregulares.
La renta variable española es una rareza en el escenario mundial. La mayoría de los países no se han recuperado de las caídas de 2022. Aun así, el hecho de que el Ibex 35 haya recuperado el terreno perdido durante el mercado bajista no es motivo para vender. Este impulso es habitual al principio de los mercados alcistas, cuando las secuelas de las caídas previas hacen prever más perturbaciones, pero nadie compra títulos para pasarlo mal durante una crisis y finalmente venderlos en su umbral de rentabilidad. Además, eso conlleva enormes riesgos, pues se pasa por alto que la dinámica de los mercados alcistas es seguir subiendo. El índice estadounidense S&P 500, por su larga historia, nos sirve para ilustrar esta idea: desde 1925 la duración media de los mercados alcistas, 53 meses, casi triplica la de los mercados bajistas, 18 meses. Por otro lado, la rentabilidad media de los mercados alcistas y bajistas contrasta claramente, con un 158% frente a un 28%.
Además, la estrecha correlación del S&P 500 con el Ibex 35 y la bolsa de la eurozona, 0,70 y 0,80 respectivamente, demuestra que esta pauta se replica en el resto del mundo, dado que 1 representa movimientos idénticos y 1, totalmente inversos.
Estas cifras no son premonitorias, pero ponen de manifiesto el riesgo de vender ahora para los inversores orientados al crecimiento. ¿A qué se debe esto? Al efecto de la capitalización compuesta. El Ibex 35 ha repuntado un 28,3% entre su mínimo de octubre de 2022 y el 23 de febrero de 2023, así que, si las cotizaciones siguen subiendo de forma irregular tal y como espero, esas ganancias iniciales seguirán acumulándose a lo largo del mercado alcista.
Desprenderse de títulos tras los rebotes iniciales de los mercados alcistas plantea un dilema muy complicado: ¿cuál es el mejor momento para volver a entrar? Esperar a que se disipen los temores puede hacerle esperar una eternidad. Pongamos, como ejemplo 2020. El pesimismo se extendió mucho más allá del mínimo del mercado bajista provocado por los confinamientos de la pandemia. Aun así, las ganancias del mercado alcista posterior triplicaron con creces lo cosechado en la eurozona desde los mínimos de otoño. Incluso las rentabilidades del Ibex 35 (más rezagado en 2020 y 2021), se duplicaron desde el mínimo de octubre de aquel año. Aquella buena racha se desató en pleno ataque de histeria colectiva. Los nuevos brotes de la covid, el caos en las cadenas de suministro y un sector turístico español en horas bajas se convirtieron en los ladrillos del muro de las preocupaciones que las acciones tuvieron que escalar.
El ascenso de la renta variable en contextos de incertidumbre no es una casualidad, sino una característica de los incipientes mercados alcistas. Los temores relacionados con la deuda persistieron mucho tiempo después del rescate a España en 2012, incluso cuando el Ibex 35 se disparó desde su mínimo de junio. En el conjunto de la eurozona, la bolsa subió un 73,7% entre su mínimo de septiembre de 2011 y 2014 mientras que Chipre, Grecia, Italia y España se iban turnando como eventuales culpables del hundimiento de la región. Pero no la hundieron.
Los problemas de 2022 no deberían estropearle 2023 ni lo que venga después. El constante goteo de preocupaciones es el precio que los inversores tienen que pagar para beneficiarse de las rentabilidades a largo plazo que cosechan los mercados. No se deje llevar por ellas y no pierda el optimismo.