
Capitalistas despiadados, indecentes, explotadores, personas non gratas, enemigos de España, hipócritas... Todas estas "lindezas" sólo son algunos de los calificativos con los que los líderes de Podemos se han referido a los empresarios españoles con el claro objetivo electoralista de demonizarlos.
Una estrategia que ha salpicado a Ana Botín, Amancio Ortega o Juan Roig y que la patronal CEOE ha condenado, tildándola de "difamadora e injusta". No cabe otra posición ante una oleada de ataques a una figura que es la que arriesga su dinero y crea riqueza y empleo, como bien dijo el presidente de Mercadona.
Unos argumentos a los que hay que añadir que los empresarios sí se preocupan por devolver parte de lo que reciben de la sociedad. Sirva para demostrarlo los 280 millones que el dueño de Inditex regaló al Gobierno para comprar máquinas oncológicas de última generación. Unos dispositivos que seguirán acumulando polvo en los hospitales ya que no se utilizarán hasta 2026, que es tiempo que Sanidad necesita para formar a los médicos y realizar las obras para ubicarlos.
Es evidente que se trata de un periodo muy extenso (cuatro años desde que se compraron) que el Ministerio debería tratar de reducir por el bien de los pacientes. Algo que parece que no vaya a ocurrir si se tiene en cuenta que parte del Ejecutivo sólo parece estar preocupado en atizar a los empresarios en vez de ayudar a la sociedad. Unos ataques injustos a todas luces que, además, hacen un flaco favor a la economía española.
No en vano, el auge del populismo que esta deleznable campaña de desprestigio refleja es un lastre a la hora de atraer las inversiones extranjeras que el país necesita para seguir creciendo.