Opinión

El populismo asalta la democracia

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La invasión de seguidores de Jair Bolsonaro de las principales instituciones brasileñas exigiendo una intervención militar para echar a Lula da Silva es un hecho que debe ser condenado por su importante gravedad. Igual que lo fue la toma del Capitolio de EEUU por partidarios de Donald Trump tras la victoria de Joe Biden en 2020. Ambos actos evidencian la incapacidad de los extremistas para aceptar los resultados electorales. El problema es que el paralelismo de ambos sucesos deja claro el mayor radicalismo político ante el que no bastan las medias tintas. Es obvio que la incertidumbre creada supone un claro riesgo económico. No obstante, lo más grave es que el auge de estos actos populistas supone una serie amenaza para la propia democracia.

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