
En filosofía, el mito de Sísifo explica muy bien el sentido que a veces se está viviendo en temas de sostenibilidad. El mito explica cómo Sísifo fue castigado con empujar una gran piedra redondeada desde la base de una montaña hasta su cima para, una vez allí, ver cómo ésta caía rodando de nuevo hasta el punto de partida. Pues este momento parece que se repite en determinados aspectos de la sostenibilidad como los bonos sostenibles. Visite elEconomista Inversión sostenible y ESG.
En los mercados financieros la herramienta con un mayor impacto desde el punto de vista medio ambiental y social son los bonos sostenibles. Esta tipología de inversión destina los flujos de capitales hacia proyectos que reduzcan emisiones de CO2 o para mejorar la situación de regiones más desfavorecidas, etcétera. Todo este impacto es medible, y obliga a las compañías a realizar una serie de informes mostrando las diferentes medidas de la huella que tienen en la sociedad dichas inversiones que realizan. Lea también: Los inversores en bonos verdes exigen más retornos.
Sin embargo, cuando los inversores tenemos que publicar ciertas métricas, como puede ser la huella de carbono, nos enfrentamos al problema de qué dato emplear. Por una parte, deberíamos de emplear la reducción que implica la inversión en el bono verde o sostenible. ¡Para ello se dan ciertas métricas! Pero, por otro lado, los organismos no consideran esta opción como factible y debemos de tener en cuenta las emisiones de CO2 de la compañía en su totalidad por lo que, en lugar de reducirlas, acabas aumentando el resultado final.
"Debemos apoyar a todas las compañías, especialmente a aquellas que deben hacer la transición hacia una economía más verde"
Quienes salen más perjudicadas en este ámbito son las compañías eléctricas, grandes emisores y defensoras de los bonos sostenibles, debido a que se encuentran en un periodo de transición y todavía son elevadas las emisiones de carbono que tienen por el uso de tecnología más contaminante. El objetivo de la emisión de bonos verdes es invertir en tecnología más limpia y menos contaminante como la solar o la eólica. Pero, al final, el inversor que tiene que dar el resultado de la huella de carbono de su cartera, utilizará las emisiones de la eléctrica en su conjunto y conllevará un dato mucho más abultado que si empleara la reducción de la inversión en el bono sostenible. Otro sector perjudicado es el del automóvil, donde las inversiones se destinan al vehículo eléctrico pero las emisiones de los vehículos de gasolina y Diésel son elevadas.
Esto nos hace plantearnos por qué invertir en bonos sostenibles si en la información post contractual van a salir perjudicados. En definitiva, es una métrica que afecta a una parte de la sostenibilidad y no debemos de tener la miopía de que solo lo medioambiental entra dentro del paraguas del ASG. La S y la G también son importantes y deben ser tenidas en cuenta. Estos productos se enfocan en tener un impacto en la sociedad y es el objetivo último que debemos de tener a la hora de invertir en esta clase de activo.
Tenemos que ser conscientes del problema que hay e intentar orientar a los organismos supervisores y regulatorios a verlo y a tratar de dar una solución. La alternativa sería no invertir en estos productos y destinarlo hacia aquellas menos contaminantes por el sector en el que operan. Pero ¿sería útil esa solución? Yo creo que no, debemos apoyar a todas las compañías, especialmente hacia aquellas que sean contaminantes y que deben transicionar hacia una economía más verde y con estas inversiones se consigue más rápido.
Guillermo Uriol Sanz es gestor de renta fija de fondos de inversión y pensión en Ibercaja.