Opinión

La capitulación del mercado y la dolarización del terror

Tras la debacle general de este otoño, que arrastró al Ibex 35 hasta nuevos mínimos del mercado bajista, algunos pesimistas, anticipando un desplome aún mayor, creen que el repunte de los últimos días quedará en un espejismo. Argumentan que la capitulación, ese mítico desplome previo al final de los ciclos bajistas en que el pánico solo deja espacio para las ventas, no tardará en llegar. Sin embargo, el reciente desplome es mayoritariamente resultado del pesimismo inversor, y este tiene varios factores clave que hacen una capitulación poco probable. Veamos por qué.

La tesis de la capitulación implica que el miedo de los inversores aún no habría alcanzado sus cotas más altas. Sus defensores argumentan que los mercados bajistas suelen tocar fondo cuando los inversores venden acciones en masa para huir hacia valores refugio, como la renta fija, el oro o el efectivo. Esta retirada de la bolsa se intensifica a medida que los inversores se desmoralizan y pierden toda esperanza de recuperación, lo que da paso a la capitulación.

Esa es la evolución habitual, pero la capitulación solo es evidente en retrospectiva. Y sí, este año no la hemos visto… aún. En dólares estadounidenses, la diferencia entre el último pico y el reciente mínimo de la bolsa mundial es del -26,1 %. En contexto histórico, esto es un mercado bajista leve, al igual que en euros, con una diferencia entre el máximo y el mínimo de este año del -24,8 %. Entretanto, las subidas de tipos de la Reserva Federal han disparado al dólar, dando paso al fenómeno que denomino dolarización del terror, según el cual el miedo y las pérdidas de aquellos que invierten en activos denominados en dólares se elevarían al tiempo que disminuirían entre los que se exponen a otras monedas. En euros, libras británicas y yenes, la renta variable ni siquiera se ha adentrado en territorio bajista. Además, la estructura sectorial de los principales índices de referencia de Australia, Canadá, Japón y el Reino Unido se traduce, en sus monedas locales, en descensos moderados. ¿Qué motivos podrían suscitar el pánico entre los inversores?

Los pesimistas apuntan a la escasa retirada de fondos en la bolsa desde abril, momento en que alcanzó los 65 mil millones de euros, para justificar un posible período de ventas motivadas por el pánico en un futuro cercano. Podría ser, pero varios mercados bajistas, como los de 1966 y 1982, no finalizaron con una capitulación. La historia podría repetirse, porque ahora los valores refugio habituales ya no parecen tan seguros. Así pues, ¿qué sentido tiene vender acciones en favor de activos con riesgos similares?

Si analizamos el refugio más popular y lógico, la renta fija, observaremos que en 2022 ha experimentado unas salidas enormes en comparación con la renta variable. No es de extrañar teniendo en cuenta que el índice de deuda pública y privada, Bloomberg Global Aggregate Bond, ha bajado un 10,5 % desde sus máximos de mayo de 2020, un dato que apenas superara el descenso del 10,9 % de las acciones mundiales desde sus máximos de enero. A los bonos a largo plazo les ha ido peor: el español a 10 años ha cedido un 15,5 % este año y su homólogo alemán, prácticamente lo mismo, un 15,4 %. Teniendo en cuenta las eventuales alzas adicionales de tipos de interés anticipadas por muchos y que consecuentemente repercutirían en la caída de los precios de los bonos, no parece el mejor momento para cambiar acciones por deuda. Y eso por no hablar de que la inflación hace mella en el valor de los intereses cobrados.

Con respecto al efectivo, dada su escasa remuneración y la velocidad con que pierde valor, ¿conseguirá atraer a hordas de inversores? Aun cuando la inflación siguiera bajando en España, su devastador efecto no compensaría los rendimientos del ahorro. Dada su abundancia de depósitos, los bancos no tienen incentivos para captar dinero ofreciendo más intereses; de ahí que actualmente en España las cuentas de ahorro se remuneren a tasas próximas a cero. De hecho, incluso tras descontar la inflación, hasta las cuentas de ahorro estadounidenses "de alto rendimiento" incurren en pérdidas. ¿Por qué vender acciones que pueden subir o bajar para asegurar una pérdida de valor en efectivo?

Por su parte, el oro, un refugio seguro que supuestamente protege contra la inflación, deslumbró en febrero y principios de marzo, para a continuación caer un 11,4 % hasta hoy, por debajo del -0,7 % de la renta variable mundial.

En cuanto a las criptomonedas o, como muchos las denominaban antes de 2022, el "nuevo oro", el bitcoin se devaluó un 72,5 % (en dólares) entre su máximo de noviembre de 2021 y su mínimo del 21 de septiembre, lo que ha despejado las dudas sobre los supuestos valores refugio digitales.

En lo que se refiere al mercado inmobiliario, en vista de sus estratosféricos precios en la mayoría de los países avanzados y de su declive por las subidas de los tipos hipotecarios, ofrece poca seguridad. Y, si bien Bankinter prevé una bajada del precio de la vivienda, Fotocasa lo sitúa en máximos de la última década en su informe de septiembre, a lo que se suma la mayor subida interanual desde 2019. Por tanto, el sector inmobiliario, donde es más fácil entrar que salir, también adolece de falta de liquidez, con el riesgo adicional que esto conlleva.

En resumen, no parece que vaya a producirse próximamente una capitulación como las que hemos conocido en el pasado. No olvide que el mercado bursátil, como "gran humillador" que es, pretende engañar al mayor número de inversores posible durante el mayor tiempo posible y, cuanto más dinero haya implicado, mejor. Esto lo podría lograr iniciando sigilosamente un nuevo ciclo alcista mientras la mayoría espera una capitulación. Hoy cunde el pesimismo y el temor, así que llegó la hora de ser optimista y codicioso.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky