
Repsol vende al fondo EIG el 25% de su negocio de exploración y producción de petróleo y gas por 4.845 millones.
Una cifra que permite a la petrolera cerrar la mayor operación corporativa del año. Pero más allá de por su cuantía, la desinversión es muy ventajosa para la firma española. Para empezar, su intención de sacar a bolsa la división maximizará aún más la inyección de liquidez que obtiene Repsol. Estos recursos permitirán a la compañía acelerar su transición energética y acerca su objetivo de ser una firma neutra en emisiones en 2050. La venta, por tanto, permite a la empresa adelantarse al resto de rivales en la carrera por obtener un mix energético más equilibrado, lo que es fundamental en un contexto de descarbonización de la economía.