Opinión

Lecciones de Japón para Taiwán

Tras la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, a Taiwán, China disparó misiles contra seis zonas que rodean a Taiwán y envió aviones de combate a través de la línea media del estrecho de Taiwán. Algunos de esos misiles cayeron en la zona económica exclusiva (ZEE) de Japón, amenazando a los barcos de pesca de la isla japonesa de Yonaguni, que está a sólo 68 millas (110 kilómetros) de Taiwán.

Aunque los ejercicios militares de China terminaron después de varios días, se ha sentado un nuevo precedente. Lo más probable es que China envíe más misiles y aviones a la zona que rodea a Taiwán cada vez que esté descontenta con el gobierno taiwanés o con las acciones de EEUU hacia la isla.

Esta estrategia de aumentar la presión sobre Taiwán es demasiado familiar para Japón. En 2010, un barco pesquero chino entró en aguas territoriales japonesas alrededor de las islas Senkaku -un archipiélago deshabitado que pertenece a Japón, pero que China reclama- y embistió intencionadamente a una embarcación de la guardia costera japonesa que le había advertido que se alejara de la zona.

Cuando los guardacostas japoneses confiscaron el barco y detuvieron a su tripulación, China arremetió contra él. Aunque Japón liberó pronto la embarcación y a la mayor parte de la tripulación, retuvo al capitán para que fuera acusado de los daños que había causado a la embarcación de los guardacostas.

En respuesta, China detuvo a cuatro empresarios japoneses, alegando que estaban documentando posibles objetivos militares. Nadie dudó de que estas detenciones eran una represalia por la detención del capitán chino por parte de Japón.

Bajo presión, el gobierno japonés cedió. El Secretario Jefe del Gabinete, Yoshito Sengoku, ordenó a los guardacostas no sólo que liberaran al capitán, sino también que retuvieran las imágenes de vídeo que documentaban su comportamiento agresivo. No es de extrañar que las imágenes se filtraran pronto en las redes sociales, lo que llevó a la opinión pública japonesa a preguntarse por qué su gobierno había liberado al capitán cuando la justicia estaba, sin duda, de su lado.

China y Japón sacaron diferentes lecciones de este episodio. Las autoridades chinas llegaron a la conclusión de que la presión funciona. Si se quiere liberar a un ciudadano detenido en un país democrático, ayuda encontrar algunos rehenes de ese país. China utilizaría más tarde la misma táctica contra Canadá y Australia, aunque estos países se negaron a ceder.

Mientras tanto, Japón aprendió (o debería haber aprendido, al menos) que apaciguar las demandas chinas injustas o agresivas sólo envalentonará aún más a los líderes de China. Tras derrotar al Partido Liberal Democrático en agosto de 2009, el Partido Democrático de Japón estuvo en el poder hasta 2012. Su opinión general era que Japón debía ser más comprensivo y disculparse con China. Pero el tiro le salió por la culata, y el PDJ perdió las elecciones de diciembre de 2012. Aunque muchos atribuyeron esa pérdida al estancamiento económico y a un yen demasiado apreciado (poco competitivo), los fracasos diplomáticos frente a China fueron igualmente importantes.

A principios de ese año, el gobierno del PDJ había tenido otro encontronazo con China por las islas Senkaku. Shintaro Ishihara, el gobernador nacionalista de derechas de Tokio, había pedido que se comprara una parte de las islas a su propietario privado para que pudieran ser pobladas por Japón, una medida que habría enfurecido a China al reforzar la reclamación territorial de Japón con nuevos "hechos sobre el terreno". Después de que el gobierno de Tokio movilizara grandes donaciones para la compra, el gobierno del PDJ intervino para comprar las islas y así poder mantenerlas deshabitadas. Desde su perspectiva, había mantenido el statu quo y evitado una crisis.

Pero el gobierno chino no mostró ninguna gratitud por esta intervención. Todo lo contrario: La "nacionalización" del PDJ se encontró con una feroz reacción en China. Las empresas japonesas se enfrentaron a boicots y a la destrucción de mercancías y propiedades. Los automóviles de marca japonesa fueron atacados y destruidos, y los grandes almacenes de propiedad japonesa fueron objeto de vandalismo. Estos ataques duraron más de un mes porque el gobierno chino se negó a detenerlos.

China también comenzó a enviar más barcos de pesca y buques de "patrulla" de la guardia costera a las aguas que rodean las islas Senkaku, invadiendo regularmente la ZEE y ocasionalmente las aguas territoriales japonesas. Y en 2021, aprobó una nueva ley que autoriza a sus patrullas de guardacostas, supuestamente defensivas, a disparar a los barcos japoneses que entren en lo que China considera sus aguas territoriales. Los barcos pesqueros japoneses son ahora perseguidos a menudo por los barcos de la guardia costera china, y solo por casualidad no se ha producido un enfrentamiento físico.

Dada esta historia, Japón no se hace ilusiones sobre lo que hará China si determina que se están violando sus intereses territoriales y comerciales. Más "diplomacia de rehenes" y ataques a las empresas japonesas están casi asegurados. Los ejecutivos japoneses deben ahora tener en cuenta estos riesgos de hacer negocios en China. Por una buena razón, la opinión pública japonesa sobre China nunca ha recuperado su nivel anterior a 2010.

Mientras Japón intentaba mantener un statu quo pacífico en relación con las islas Senkaku, China seguía avanzando, aumentando gradualmente la frecuencia de sus invasiones en la ZEE y las aguas territoriales de Japón. Ahora, se está llevando a cabo un esfuerzo similar para cambiar el statu quo en las aguas que rodean a Taiwán y en el cielo del Estrecho de Taiwán. Al igual que en el caso de Japón, el mantenimiento del statu quo requerirá que Taiwán construya una capacidad de disuasión suficiente.

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