Poco le ha durado a Sánchez y al Gobierno el respiro de la EPA, porque apenas, sin darle tiempo a disfrutarlo, ha llegado julio con las rebajas para desmontar el único dato del que podían sacar pecho y revelar que los parches, que no medidas adoptadas, se han caracterizado por su inutilidad cuando no como un agravante del problema.
De manera especial se demuestra el axioma precedente en el mercado laboral, donde la pseudoreforma no ha impedido que España con un 12,6% siga duplicando la tasa de paro de la UE que está en mínimos del 6,6% y en el que los datos del paro registrado en julio refrendan las proféticas palabras de ralentización del ministro Escrivá. De hecho, nos encontramos ante el peor julio de los últimos 14 años, coincidiendo con la crisis financiera de 2008, con 3.230 desempleados más y la destrucción de 7.366 puestos de trabajo que reflejan los datos de afiliación a la Seguridad Social, anticipando el anuncio cambio de ciclo para los próximos meses, coincidiendo con el final de la temporada veraniega y con ella de los contratos ligados a la estacionalidad.
Y es este otro de los más graves y preocupantes aspectos de los datos de este julio, caliente también en el empleo, porque en un mes donde los servicios tendrían que liderar, por la estacionalidad, el descenso del paro son el sector que más contribuye a su incremento, indicando posiblemente que pese al aumento de la actividad las empresas están reduciendo la contratación por el fuerte aumento de los costes energéticos y la inflación.
Un efecto generalizado para el conjunto de sectores que se confirma por la caída en el número total de contratos registrados que ha sido de 1.655.515 que suponen 113.473 menos, un 6,41%, respecto a 2019. Mientras que del total de contratos los 685.992 de carácter indefinido representar 41,44% del total, pero de ellos los indefinidos a tiempo completo solo ascienden a 285.252, el 40% de los formalizados, siendo el resto fijos discontinuos o a tiempo parcial que suben un 304,17% y un 868,49% en relación a julio de 2021.
Todo esto con el añadido que, como explican desde el Servicio de Estudios de USO, "se han realizado más contratos indefinidos que personas los han suscrito, esto implica que algunos de ellos, cerca de 30.000, han sido objeto de más de un contrato indefinido que están implementado el pluriempleo". Y ante esta evidencia y fiel a su consigna de no asumir nunca las responsabilidades el presidente pide leer los datos del paro con "lentes distintas" y atribuye los malos datos del empleo a la incertidumbre internacional. Que, cierto algo influye, pero no oculta que las principales razones de este cambio de ciclo que anuncia un otoño catastrófico son endógenos, y no solo por el final de la temporalidad turística, sino porque son unas 100.000 las empresas españolas que están a punto de quebrar como muestran los datos de los concursos de acreedores. Todo ello sin contar con la retirada de inversiones que se anuncia como consecuencia de esos impuestos populistas a los beneficios de las eléctricas y los bancos que amenazan ya con una retirada de inversiones nacionales y extranjeras debido no solo a la mayor presión fiscal sino también la falta de seguridad jurídica. Y eso si es responsabilidad absoluta del Gobierno. En lugar de derrochar el dinero público en limosnas, compra de votos, mantener ministerios inútiles con ministros incapaces y más de 800 asesores enchufados, utilizar el Falcon para viajes familiares, propagandísticos o para pasar un fin de semana guay con amigas en Nueva York y pedir a los ciudadanos que se ajusten el cinturón mientras les sangran con impuestos, Sánchez debería empezar por dar ejemplo, recortar todo ese gasto improductivo y utilizar los presupuestos para apoyar a empresas y autónomos y fomentar las inversiones productivas. Esas, señor Sánchez, son las lentes que usted debería exigir a sus ministros en lugar de quitarles la corbata. Las mismas con la que usted debería mirar a nuestros socios europeos y copiar, que en eso sí tiene arte y experiencia.