
Sánchez lleva gastados 15.000 millones desde que perdió las elecciones andaluzas a mediados de junio, la mitad de todo lo empleado en combatir la escalada de precios. Las cifras las dio él mismo en el debate del Estado de la Nación, donde aprovechó para anunciar más bonificaciones para el transporte, más becas y un viaje de padre y señor mío a eléctricas, petroleras y bancos.
¿Para qué ha servido todo ese dinero? Según él, la inflación hubiera sido 3,5 puntos más alta, es decir ahora estaría en el 14,7%. Pero eso nunca lo sabremos.
Desde la tribuna del Congreso de los Diputados, con el rostro endurecido y el semblante crispado, Sánchez gritó: "Me voy a dejar la piel por defender a la clase media trabajadora (..) frente a los cenáculos conservadores que exigen sacrificios para todos, menos para los intereses que representan".
Pero, ¿qué es la clase media trabajadora? Tampoco se sabe bien, teniendo en cuenta que su Gobierno la califica como una clase en extinción por la depreciación de los salarios. Veamos cómo pretende preservarla. Con rebajas de IVA, bonificaciones de combustible o ayudas al transporte y al estudio para intentar mantener su ritmo de vida a costa de endeudar al Estado y comprometer el futuro de las generaciones futuras. Sin ir más lejos, el de sus hijos.
Con permiso del señor presidente, a mí más que una defensa, esto me parece una política de pan para hoy y hambre para mañana. Su discurso entra, además, en contradicciones como recomendar el teletrabajo y a renglón seguido bonificar al cien por cien del bono transporte para las Cercanías y los viajes de medio recorrido, utilizados justamente para ir a trabajar. ¿En qué quedamos?
En conjunto, se trata de medidas incentivadoras del consumo de energía, cuando se debería hacer lo contrario, empezar a instruir a la gente sobre las dificultades del otoño-invierno que viene, como acaba de hacer el presidente francés, Enmanuel Macron.
La Unión Europea aprobará la próxima semana una estrategia contra los efectos de un posible corte del gas ruso, que incluye medidas para el ahorro energético, que van desde ducharse con agua medio fría en sólo dos minutos hasta poner la calefacción o el aire acondicionado dos grados por debajo o por arriba, respectivamente, de lo habitual.
¿Realmente alguna de estas políticas ayuda a la clase media trabajadora y contribuye a frenar los precios? Al revés. En general, se trata de medidas dirigidas más a contentar al mayor número de público en lugar de dirigirse únicamente a los consumidores más vulnerables. ¿O acaso cree el presidente que porque suba los impuestos a las eléctricas, petroleras o bancos, éstos no lo van repercutir al cliente?, ¿Cómo va a hacer la responsable de Hacienda, María Jesús Montero, pese a lo que diga, para que el petróleo no suba o las hipotecas no se encarezcan? Igual está pensando en volver a las cartillas de racionamiento de Venezuela. El impuestazo a energéticas y banca desprende un tufo a populismo chavista.
El responsable de Análisis Económico de BBVA, Rafael Domenech, reconoció el otro día que los bancos restringirán el crédito y lo encarecerán. Es muy complicado, si no imposible, revertir a los consumidores lo que ganan de más estas grandes empresas por la crisis, aparte de que va contra las reglas de la economía de mercado. Por el mismo razonamiento, debería haber compensado a Repsol o a Cepsa cuando se vieron obligadas prácticamente a cerrar sus estaciones de servicio por culpa de la pandemia. O a los millones de pequeños accionistas de los bancos, que perdieron miles de millones en las crisis de las hipotecas basura o a las entidades financieras cuando los bancos centrales de todo el mundo decidieron llevar los tipos a cero y cobrarles hasta por el dinero que tenían en depósito. Así es el mercado, señor Sánchez, unas veces se gana y otra se pierde, lo otro es estatalismo.
Ahora quieren que los bancos devuelvan el dinero obtenido por los depósitos en el BCE, pese a que ésta es una política en revisión por su presidenta, Christine Lagarde.
Me consta que la propia vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, presionó a varios banqueros para que mantuvieran las oficinas abiertas y su personal en activo durante la pandemia, como así se hizo al considerarse servicio público.
Otra vicepresidenta, Teresa Ribera, pidió a las eléctricas que en la renovación de los contratos no regulados contuvieran los precios de la luz a particulares y pymes. El premio es el zurriagazo tributario.
- "Y estar contentos, que no os nacionalizo, como está pidiendo Podemos", parece que llegó a advertir Ribera a algún dirigente eléctrico que se le puso chulo. Por la misma regla de tres podría nacionalizar los bares de copas, que han disparado los precios este verano. O meterles un impuesto de tente tieso.
Si realmente se quiere atajar los precios de los alimentos, ¿por qué no se aplica de una vez por todas las reglas de la cadena alimentaria y se vigila los márgenes de los intermediarios en vez de ahogar a los productores, ya sean agricultores o ganadores?. ¿O estos no son clase media trabajadora, al igual que los millones de pequeños accionistas? Parece que el concepto por el que el presidente está dispuesto a dejarse la piel es un término ambiguo, que él utiliza de una manera u otra según le convenga.
Las empresas del selectivo español deberían aplicar, por su parte, los códigos de buen gobierno y dar ejemplo de conducta. Muchos de sus directivos deberían haberse esperado a consolidar los buenos resultados antes de incrementar sus remuneraciones y recuperar íntegramente los complementos que se suprimieron durante el Covid.
Sánchez ha logrado una victoria política, al conseguir alinear de nuevo bajo su mando a dos de las formaciones de su coalición, ERC y Podemos, sobre todo ésta última, para llegar a finales de legislatura. El entusiasmo de dirigentes podemitas como Ione Belarra o Irene Montero con los tributos a bancos y energéticas era indescriptible.
Hasta el nuevo PP de Feijoo se abstuvo en la votación del decreto contra la inflación para no acabar siendo víctima del populismo sanchista. En medios oficiales se transmite optimismo y se vuelve a confiar en las posibilidades de darle la vuelta a los sondeos antes de las elecciones previstas a finales del próximo año. Sobre todo, con la presidencia europea de Sánchez, que suele crecerse en los acontecimientos internacionales, como ya ocurrió con la celebración de la asamblea de la OTAN en Madrid.
Lo peor es que se castiga a los sectores financiero y bancario, que son dos de las joyas españolas y tractores para otras empresas. Repsol queda la penúltima entre los márgenes de los diez grandes mientras que la banca sufrirá recortes del beneficio de entre el 4 y el 10%, lo que mermará solvencia par apoyar al tejido empresarial y productivo.
Además, el golpe bajo a la seguridad jurídica y al atractivo de nuestro país para los inversores extranjeros es enorme, a la par que se avanza en la política de gasto sin un plan de consolidación fiscal que calme a los mercados cuando las primas de riesgo se tensionen como consecuencia del alza de los tipos de interés o de eventos extraordinarios, como la dimisión del primer ministro italiano, Mario Draghi.
PD.- Cataluña renueva sus organizaciones empresariales. El ex consejero delegado de Sabadell, Jaime Guardiola, fue elegido al frente del Cercle de Economía, mientras que Josep Sánchez Llibre será ratificado este lunes en la presidencia de Foment del Treball, la patronal catalana que reúne a los empresarios más importantes.
Sánchez-Llibre, al que muchos situaban como contrincante de Antonio Garamendi al frente de la CEOE, fue reelegido por mayoría aplastante y sin oposición interna. El propio Garamendi será el encargado de la clausura del acto de ratificación en Barcelona, lo que demuestra el espíritu conciliador y la búsqueda de consenso del presidente de Foment, que ya practicó durante años como portavoz de la extinta CiU en el Congreso.
Lo mejor es que su candidatura frenó en seco las maniobras de los independentistas. Hubo varias intentonas fallidas para presentar una candidatura alternativa, sobre todo desde el bando de Puigdemont. Uno de los señalados por el dedo independentista para Foment, les contestó: "Eso es imposible de conseguir, no me voy a presentar para perder por noventa a uno" y zanjó el asunto.