La fragilidad de la economía europea frente a la estadounidense, la guerra en Ucrania y las diferencias de política monetaria entre la Fed y el BCE no dan tregua al euro.
Tanto es así que la divisa comunitaria toca mínimos de 20 años al cotizar en 1,02 dólares. El hecho de que el euro no frene su depreciación frente al billete verde es peligroso para la eurozona, ya que encarece las importaciones. Esto llega además en muy mal momento debido al récord de los precios de la energía, ya que grava las compras de gas y petróleo denominadas en dólares. Perjudica además a sectores afectados por las presiones inflacionistas, como la industria, por su mayor demanda de insumos. Un euro débil, por tanto, supone un amenaza añadida que acerca a Europa a la recesión.
